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El presidente de El Salvador, Nayib Bukele

El presidente de El Salvador, Nayib BukeleAFP

Bukele defiende la reelección indefinida y acusa a la comunidad internacional de aplicar un doble rasero

El presidente salvadoreño asegura que las críticas responden al hecho de que un país pequeño y pobre como El Salvador adopte decisiones soberanas que otros ya aplican sin reproche

En medio de una creciente polémica internacional, el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, ha salido al paso de las críticas que ha suscitado la reciente reforma constitucional aprobada por la Asamblea Legislativa, que habilita la reelección presidencial indefinida, extiende el mandato presidencial de cinco a seis años y elimina la segunda vuelta electoral.

Bukele ha defendido enérgicamente la legalidad y legitimidad de esta medida, en un mensaje publicado en la red social X, donde cuestiona lo que considera una actitud hipócrita por parte de la comunidad internacional. «El 90 % de los países desarrollados permiten la reelección indefinida de sus jefes de gobierno y nadie dice nada. Pero si El Salvador intenta hacer lo mismo, entonces es el fin de la democracia», expresó el mandatario, quien gobierna el país centroamericano desde 2019 y fue reelegido en 2024 con un respaldo electoral del 85 %.

Las reformas, tramitadas de forma expedita por un Congreso dominado por el oficialismo, se produjeron apenas días después de nuevas detenciones arbitrarias contra opositores, defensores de derechos humanos y periodistas, lo que ha intensificado la preocupación de diversas organizaciones internacionales. Entidades como Amnistía Internacional, Human Rights Watch (HRW) y la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA) calificaron la modificación constitucional como un «golpe mortal» a la democracia salvadoreña, al considerar que debilita el Estado de Derecho y fortalece el poder unipersonal del presidente.

Bukele, por su parte, insiste en que el problema no radica en el modelo político adoptado, sino en el estatus del país. «Si El Salvador se declarara una monarquía parlamentaria, con exactamente las mismas reglas que el Reino Unido, España o Dinamarca, las críticas continuarían», señaló, subrayando que lo que realmente molesta es que un país pobre tome decisiones propias. «Se supone que los países pequeños deben obedecer, no imitar», agregó en su publicación escrita en inglés.

El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, en la Oficina Oval de la Casa Blanca en Washington

El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, en la Oficina Oval de la Casa Blanca en WashingtonAFP

En una nueva demostración de su estilo confrontativo, el mandatario rescató de su archivo un antiguo video en el que afirmaba no importarle ser calificado de «dictador». La pieza fue publicada nuevamente en redes sociales este domingo como parte de su estrategia discursiva frente a las acusaciones de autoritarismo.

A pesar de las denuncias por la deriva autocrática, Bukele mantiene altos niveles de popularidad, principalmente por su agresiva política de seguridad. Su «guerra contra las pandillas», iniciada en 2022 bajo un régimen de excepción, ha logrado una caída drástica en los índices de homicidios y violencia, aunque a costa de restricciones severas a las libertades individuales. El régimen de excepción ha sido prorrogado en repetidas ocasiones y permite detenciones masivas sin orden judicial, algo que ha sido duramente criticado por organismos de derechos humanos.

La reciente reforma constitucional parece consolidar un proyecto político de larga duración, donde el poder se centraliza cada vez más en la figura de Bukele, mientras que sus detractores alertan sobre el progresivo desmantelamiento de las garantías democráticas. El debate de fondo, más allá del tecnicismo institucional, gira en torno al modelo de país que El Salvador quiere ser y las tensiones entre su soberanía interna y las normas democráticas internacionales.

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