La libertad fiscal pisa el acelerador: cómo Tejas, Madrid y Florida humillan a los vampiros socialistas
La opresión creciente del Estado recaudador está causando unas migraciones internas que, salvo imposición chavista, van a cambiar el panorama electoral, tanto en EE.UU. como en España a medio plazo, mejorand las expectativas de republicanos y populares
La sede de la Comunidad de Madrid, en la Puerta del Sol
Desde que soy enano, llevo escuchando el mantra sobre si en Estados Unidos las clases educadas son «progresistas» o que España es de izquierdas. Sin embargo, desde que me he puesto a revisar los datos del gerrymandering en Estados Unidos, y la «armonización fiscal» en España, todo ello combinado con los flujos migratorios internos tanto en EE.UU. como en la piel de toro, creo que la realidad es algo diferente.
Las clases productivas, sobre todo las exitosas, están dispersas, ya que representan menos de un quintil de los votantes. Esto las lleva a estar infra-representadas. Sin embargo, la opresión creciente del estado recaudador está causando unas migraciones internas que, salvo imposición chavista, van a cambiar el panorama electoral, tanto en EE.UU. como en España a medio plazo, mejorando dramáticamente las expectativas de republicanos y populares.
En EE.UU., los ricos huyen de las garras fiscales de California y Nueva York hacia el paraíso fiscal que les brindan Florida y Tejas, mientras en España, Madrid se convierte en el imán que atrae a los que están hartos de los zarpazos tributarios de Cataluña, País Vasco y Andalucía. Estos movimientos, impulsados por la libertad fiscal, no solo engordan la población y el poder político de Madrid y Florida, sino que, ¡aumentan la recaudación! Mientras, socialistas y demócratas, con su obsesión por exprimir a los ciudadanos y su pataleta por «armonizar» impuestos, solo logran acelerar la estampida y quedarse con las manos vacías. A no ser que venza el modelo chavista y fuercen el socialismo por decreto ley.
Como siempre, primero los datos: En Estados Unidos, el tipo medio del IRPF aplica desde los 82.000 dólares, mientras que en España aplica a los 30.000 euros, reflejando la pobreza relativa de nuestro país. La presión fiscal media, cuando se incluyen impuestos indirectos, tasas y otros mangoneos del Estado es del 16 % en el caso estadounidense, y del 17 % en caso Ibérico. Pero estos datos engañan. El diferencial entre estados y autonomías es brutal. Así, en Nueva York, cuando un ciudadano gana mas de 1.000.000, el tipo marginal que le aplican, entre el gobierno federal, el Estado y la ciudad de Nueva York, es del 52.2 % (49.8 % para Massachussets). Los floridanos, sin embargo, solo pagan el 39.1 %, y los tejanos el 40.1 %.
En España, las diferencias, aunque menos dramáticas también son significativas. Así en Madrid el ciudadano que gane más de 300.000 euros tiene un tipo marginal del 43 %, comparado con el 50 % en Cataluña.
Odio las tablas, pero en este caso son ilustrativas:
Cuadro comparativo presión fiscal EE.UU. versus España
Ahora, vamos al otro dato relevante: los flujos migratorios. Estos dos gráficos demuestran los flujos migratorios de los estados antes referidos y de las autonomías relevantes en Estados Unidos y en España:
Census Bureau
Fuente: INE: Estadística de Migraciones y Cambios de Residencia; Observatorio Permanente de la Inmigración (OPI): Permisos de residencia 2024
Entre 2020 y 2024, California perdió 1,2 millones de personas y Nueva York 800,000 por migración interna neta, según la Oficina del Censo. ¿Dónde acaban? En Florida (+900,000) y Tejas (+800,000), donde no hay impuesto sobre la renta estatal, frente al obsceno 13,3 % de California. Estos no son mochileros buscando aventuras: son el equivalente al quintil 5 español, que carga con el 50,1 % de los impuestos. Profesionales, empresarios y jubilados ricos están dando un portazo a los demócratas y sus garras recaudadoras.
Como se puede apreciar, la correlación entre migración interna y presión fiscal es clara. Un zurdo recalcitrante podría intentar argumentar que no es causal. Simplemente refleja que los baby boomers se están retirando en jurisdicciones mas cálidas para pasar sus años de retiro. Allá ellos. El éxodo de millonarios, hedge funds, empresas como Tesla o Chevron, Eliott o Citadel indica lo contrario. En el caso español los ejemplos son demasiados para mencionar.
El resultado es una paliza económica y política. Florida y Tejas no solo ganan población, sino que sus economías rugen como un Mustang: el PIB estatal creció un 3-4% anual, con 500,000 empleos netos en Tejas entre 2020 y 2024. Y aquí está la broma: menos impuestos, más pasta. Florida, con superávit de 15 mil millones, recauda más por impuestos al consumo y propiedad gracias al boom demográfico que en toda su historia. Tejas, con exenciones fiscales y desregulación, ingresó miles de millones extra por la llegada de empresas como Tesla. Mientras, California y Nueva York se desangran con déficits proyectados de 20 mil millones para 2026, porque sus políticas de «justicia fiscal» –léase, atraco a las capas productivas– solo logran que los contribuyentes cojan las maletas.
Estos flujos migratorios, mas allá de su impacto individual o fiscal, van a tener un impacto político a medio plazo que no se puede subestimar. En el caso americano, el WSJ estima que Florida y Tejas, por encima de la redefinición de distritos que expliqué la semana pasada, van a tener un incremento neto de entre 8 y 10 congresistas nuevos, asientos que le van a usurpar a California, Nueva York y Massachusetts.
El gerrymandering convierte esta estampida en una masacre electoral. Los republicanos re-dibujan distritos en Tejas y Florida para diluir el voto demócrata, encerrándolo en guetos urbanos mientras dominan los suburbios, al igual que hicieron los demócratas en los 90 en Illinois, California o Nueva York. Aunque algunos migrantes traen ideas demócratas, el gerrymandering los neutraliza como moscas en una tela de araña. Un estudio de Berkeley de 2025 confirma que los condados receptores votan más y se inclinan ligeramente hacia los republicanos, asegurando una ventaja estructural.
A medio plazo, los republicanos podrían convertir el Congreso en un coto privado, dejando a los demócratas pidiendo limosna electoral. Y cuando estos últimos lloriquean por «armonizar» impuestos, como limitar las deducciones SALT, solo demuestran que prefieren castigar a los estados libres antes que admitir que su modelo recaudador es un fiasco.
España: Madrid, el matador fiscal que noquea al Congreso
En España, Madrid está dando un repaso a los socialistas que ni el mejor boxeador podría igualar. A nivel nacional, el 40 % superior de los contribuyentes (quintiles 4 y 5) carga con el 73.8 % de los impuestos totales, y muchos están hasta el gorro de los zarpazos fiscales de regiones como Cataluña, País Vasco y Andalucía, que solo agravan la voracidad fiscal del fisco nacional. Madrid, con su bonificación del 100 % en el Impuesto sobre el Patrimonio y 99 % en Sucesiones, es el imán que los atrae. Eliminando los impuestos autonómicos, esta autonomía ha convertido la comparación regional en ofensiva. Y todo ello, mientras se mantiene a la cabeza del estado en la calidad de servicios públicos. En 2024, Madrid sumó un saldo migratorio interno de 30,000 personas, mientras Cataluña perdió 15,000 y Andalucía 10,000, según el INE. Obviamente, los números nacionales son pequeños en comparación con los gringos, pero, considerando los niveles de movilidad nacional, no dejan de ser significativos.
Y aquí viene la guinda: menos impuestos, más recaudación. Madrid ingresó un 2 % más en 2024 por el crecimiento de la actividad económica, gracias a la llegada de contribuyentes y empresas. Mientras Cataluña y Andalucía suben impuestos para «redistribuir» –o sea, para llenar las arcas de sus burocracias–, Madrid recauda más porque deja a la gente respirar. Este boom poblacional pega un puñetazo al Congreso de los Diputados.
El sistema electoral español, que es una tomadura de pelo (un escaño en Soria cuesta 14,000 votos, pero en Madrid hasta 141,000), da ventaja a nacionalistas como el PNV o ERC o partidos localistas (Xunta, CC, o UPN) . Sin embargo, el crecimiento de Madrid (119,811 habitantes más en Q2 2025) podría regalarle 1-2 escaños extra en 2027 o 2028, a costa de Cataluña o Castilla y León. Como Madrid es el patio trasero del PP, esto da un empujón a los populares. Y como dicen en mi segundo país, more to come.
Los socialistas, con su cruzada por «armonizar» el Impuesto sobre el Patrimonio y agredir a coherencia y disciplina fiscal como expolio regional, quieren capar a Madrid, acusándola de «dumping fiscal». Es el típico berrinche de quien ve que su modelo de exprimir a los ciudadanos se estrella contra la realidad: la libertad gana, y los recaudadores se quedan con un palmo de narices. Socialistas y demócratas, en su manía por meter la mano en cada bolsillo, quieren imponer la armonización fiscal para que nadie escape de su garra.
En EE.UU., limitar las deducciones SALT es un intento patético de penalizar a Florida y Tejas por no atracar a sus ciudadanos. En España, la armonización del Patrimonio es un puñetazo a la autonomía de Madrid, que se atreve a dejar a la gente decidir cómo usar su dinero. Estas pataletas no buscan «equidad», sino castigar a los que triunfan. Florida y Tejas recaudan más porque atraen a los productivos; Madrid hace lo mismo, mientras Cataluña llora la fuga de empresas. La armonización no es una solución, es un llanto de perdedores que no saben competir sin imponer su socialismo a martillazos.
Conclusión: la libertad fiscal arrasa, los recaudadores se hunden
Florida, Tejas y Madrid están dando una somanta a socialistas y demócratas. La migración interna no solo engorda su población, sino que dispara la recaudación y el poder político. En EE.UU., el gerrymandering convierte este éxodo en un misil republicano. En España, Madrid refuerza al PP en un Congreso donde las provincias pequeñas distorsionan la voluntad popular. Los intentos de armonización fiscal son el último estertor de un modelo que castiga el esfuerzo y premia la dependencia. Sin un giro chavista que imponga el socialismo por decreto, la lección es clara: dejen a los ciudadanos libres, y la prosperidad –y los votos– llegarán solos. Socialistas y demócratas, váyanse preparando: el futuro es de los que no roban a sus ciudadanos.
Esta redefinición va a echar por tierra las asunciones con las que empezaba este comentario: Que en EE.UU. la gente educada vota demócrata y que España es de izquierdas. Parecería que el comentario mas fiel a la realidad es que las clases productivas estaban infra-representadas porque estaban diluidas geográficamente. Las políticas fiscales de los demócratas y socio-comunistas parecen estar corrigiendo este error. Como decían tanto Lenin como Milton Friedman, «la gente vota con sus pies». Y si no, al tiempo.