El presidente chino, Xi Jinping
Xi Jinping llama a la unidad en el Tíbet en medio de tensiones políticas y religiosas
Durante una visita con alto simbolismo, el presidente chino reafirma el liderazgo del Partido Comunista en el Tíbet, mientras persisten críticas internacionales por la represión cultural y religiosa
El presidente de China, Xi Jinping, realizó una inusual visita al Tíbet para conmemorar el 60º aniversario de la creación de la Región Autónoma del Tíbet, en una ceremonia celebrada en la capital, Lhasa. Este viaje, el segundo de Xi al Tíbet desde que asumió la presidencia, adquiere un notable significado político en un momento de tensiones renovadas entre Pekín y el exilio tibetano, representado por el dalái lama.
Durante su visita, Xi instó a los funcionarios locales a construir un Tíbet «unido, próspero, civilizado, armonioso y hermoso», según informó la Agencia Estatal Xinhua. Si bien el líder chino no mencionó directamente al dalái lama, su mensaje enfatizó la necesidad de «garantizar la estabilidad» y de «guiar al budismo tibetano en su adaptación a la sociedad socialista», remarcando la importancia de mantener el liderazgo del Partido Comunista Chino (PCCh) en la región.
Este viaje ocurre seis años después de que el dalái lama reafirmara que únicamente la Fundación Gaden Phodrang —organización que él mismo fundó— tiene la autoridad para reconocer su reencarnación. Pekín, sin embargo, sostiene una posición contraria, declarando que cualquier sucesor del líder espiritual deberá ser aprobado por el Gobierno central y buscarse dentro de China.
El acto conmemorativo contó también con la presencia de Wang Huning, el principal asesor político de Xi y cuarto funcionario de mayor rango del Partido, quien aseguró que el Tíbet atraviesa su «mejor período de desarrollo». Wang destacó los avances en infraestructura, políticas de desarrollo y la mejora del nivel de vida como prueba del «fuerte liderazgo del PCCh» y de las «ventajas del sistema socialista».
Imágenes transmitidas por la cadena estatal CCTV mostraron una gran multitud congregada en la plaza del Palacio de Potala —residencia tradicional del dalái lama— portando banderas chinas y retratos de Xi Jinping, en lo que refleja la construcción de un culto a la personalidad en torno al mandatario.
El Tíbet, cuya incorporación oficial a la República Popular China se remonta al Acuerdo de los 17 Puntos en 1951, sigue siendo una región estratégica para Pekín debido a su posición fronteriza con India, país que acoge al dalái lama desde su exilio en 1959. La visita de Xi coincide con un esfuerzo diplomático paralelo, ya que el ministro de Exteriores chino, Wang Yi, se encuentra esta semana en Nueva Delhi para avanzar en la mejora de relaciones bilaterales tras los enfrentamientos fronterizos de 2020.
Pese a los avances económicos presentados por el gobierno chino, organizaciones de derechos humanos continúan denunciando la represión cultural, la asimilación forzada y las restricciones a la libertad religiosa en el Tíbet. A estas tensiones se suma la preocupación internacional por la construcción de la mayor presa hidroeléctrica del mundo en territorio tibetano, una obra iniciada por China en julio que podría afectar a países vecinos como India y Bangladés.
La visita de Xi y las celebraciones del aniversario son, en última instancia, una muestra clara del intento del gobierno chino por afianzar su control sobre el Tíbet mientras trata de proyectar una imagen de unidad y desarrollo en una región marcada por profundas divisiones históricas y religiosas.