Gaspard Gantzer fue asesor de comunicación del presidente François Hollande
La izquierda francesa reacciona bruscamente al fenómeno «Nicolas, el que paga» que expresa el hartazgo de la población
Gaspard Gantzer, que el próximo ocho de septiembre cumplirá 46 años, antiguo asesor de comunicación del presidente François Hollande antes de pasarse al bando macronista –sin mucho éxito, por cierto: sus experiencias con el sufragio universal se han saldado todas por un fracaso–, podría ser perfectamente un ejemplo de Nicolas, el que paga: saturado de diplomas, urbanita, con éxito en el universo de la comunicación política. Sin embargo, le puede la ideología progresista.
Lo demostró hace unos días en las páginas de Le Monde, al analizar a Nicolas, el que paga como un «estandarte ideológico» al que, intenta, en un primer momento, analizar de forma objetiva: se presenta como una víctima del sistema, alguien que lo da todo por los demás, pero que nunca sale ganando. Nicolas es la alegoría del ‘francés medio meritorio’, que se supone que trabaja duro, paga impuestos y se ve continuamente desposeído de lo que se merece. Su espalda, ya encorvada por el esfuerzo de ascender en la escala social, ahora se vería destrozada por las ‘cargas’ –sociales y fiscales– de un sistema injusto, configurado por impuestos, prestaciones sociales y demás ayudas.
Mas a continuación, evitando cualquier argumento analítico, emprende la carga: «Este discurso, presentado como una verdad, difunde la idea de que solo algunos franceses tienen derecho a quejarse, a existir políticamente, a ‘pagar por los demás’». Nunca los promotores del fenómeno Nicolas han querido limitar a ellos mismos la libertad de expresión o el derecho a quejarse.
A Gantzer le da lo mismo. Sigue en sus trece: «Detrás de su tono aparentemente jocoso, Nicolas presenta una visión profundamente sesgada y violenta de nuestra sociedad. Una visión en la que los jubilados, los desempleados, los inmigrantes y las familias en situación precaria serían una carga, un gasto público innecesario que habría que recortar», según los términos utilizados en una publicación de la red social X. En pocas palabras: «todo lo que tenga que ver con la solidaridad nacional se convierte en sospechoso». En un país en el que el gasto social representa el 31,5 % del Producto Interior Bruto –dos puntos por encima de Alemania e Italia, cuatro por encima de Dinamarca– y la fiscalidad directa un 45,6 %, según Eurostat, tal vez haya motivos para la indignación; sobre todo si hay consenso en constatar el deterioro de los servicios públicos y cuando la carga impositiva recae principalmente sobre la clase media que se identifica con Nicolas, el que paga.
Gantzer sigue sin querer entender. «Nicolas, que pretende ser sencillo y representativo, es en realidad un caballo de Troya. Transmite una ideología reaccionaria, identitaria y neoliberal, según la cual solo aquellos que producen tendrían derecho a expresarse públicamente». Nada menos.
François Bayrou presentando su plan para combatir la deuda
Aún así, las opiniones de Gantzer, nubladas por el prejuicio ideológico, podrían parecer moderadas al lado de las vertidas por Médiapart, el digital de la izquierda radical, que cuenta con millones de lectores diarios, para quien Nicolas, el que paga «acumula racismo, discriminación generacional, desprecio de clase y rechazo de cualquier mecanismo de solidaridad. La combinación perfecta del autoritarismo libertario». Tal vez la cabecera fundada por el controvertido Edwy Plenel tenga algo de razón al detectar que Nicolas que paga no congrega a todo el espectro de la derecha francesa: recalca que Marine Le Pen, que cuida como oro en paño a los votantes de mayor edad y que, en esa línea, suele evitar críticas al gasto social desorbitado de Francia, aún no se ha pronunciado sobre el fenómeno. Sí lo ha hecho en cambio su delfín político, Jordan Bardella, para subirse al carro.
De momento, el fenómeno sigue ampliándose: según el diario conservador Le Journal du Dimanche, «el 17 % de los suscriptores de la cuenta de Nicolas en X tiene entre 18 y 24 años, el 33 % entre 25 y 34, el 27 % entre 35 y 44, y el 14 % entre 45 y 54. Se trata de una audiencia amplia y transversal, que refleja un profundo malestar, el de un país en el que el esfuerzo parece recompensarse cada vez menos». Tal vez este fin de semana, con motivo del debate público que enfrentará a Manuel Bompard, coordinador general del partido de extrema izquierda La Francia Insumisa, con el tertuliano liberal Charles Consigny, se aporten algunas aclaraciones.