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Un soldado custodiando el Foro Mundial, lugar de la cumbre de la OTAN

Un soldado custodiando el Foro Mundial, lugar de la cumbre de la OTANEFE

¿Cuál sería el coste político y económico de un Ejército europeo y qué papel jugaría España en el mismo?

El reto para España sería sobre todo financiero, pues sigue mostrándose reticente a superar el 3,5 % del PIB en Defensa, mientras otros países destinan ya cerca del 5 %

Es una idea distante en el tiempo, probablemente imposible. Los acontecimientos de los últimos años, especialmente la invasión de Rusia en Ucrania, empujaron a muchas personas a rescatar la vieja quimera de ver al continente europeo uniendo fuerzas y creando un Ejército único. Por si fuese poco, el distanciamiento del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, respecto al Viejo Continente ha terminado de convencer a muchos de esa idea.

Con China creciendo en Asia, Putin fortalecido en Moscú y Trump reforzando su político de aislamiento, son varias las voces que reclaman una Europa unida, pero es un pensamiento difícil de llevar a cabo.

Más allá del debate político que esta idea traería, la pregunta clave es cuál sería el coste económico de un proyecto de estas dimensiones, y qué papel jugaría España en él. Un análisis reciente del think tank Bruegel estima que levantar una fuerza militar integrada y disuasoria exigiría un esfuerzo sin precedentes. Concretamente, unos 300.000 soldados adicionales, al menos 1.400 tanques, 2.000 vehículos de combate de infantería, 700 piezas de artillería y un stock inicial de un millón de proyectiles de 155 mm solo para cubrir los tres primeros meses de un eventual conflicto. Todo ello implicaría 250.000 millones de euros anuales de gasto, lo que situaría el presupuesto conjunto en torno al 3,5 % del PIB europeo.

Eso solo en el apartado financiero. En la arena política, el proyecto se encontraría muchos obstáculos para salir adelante. Actualmente, la Defensa sigue siendo una competencia exclusiva de los Estados miembros, y el Tratado de la Unión Europea contempla compromisos de ayuda mutua en caso de agresión, pero no una cadena de mando única ni una estructura militar centralizada. Avanzar hacia un Ejército europeo implicaría ceder parcelas de soberanía, armonizar intereses nacionales y definir de manera común las misiones de esa fuerza, cuestiones en las que hasta ahora ha habido más divisiones que consensos.

Los ejemplos previos demuestran esas limitaciones. Iniciativas como el Eurocorps o los Battlegroups de la UE existen desde hace años, pero carecen de operatividad real como ejército integrado. Europa, de hecho, cuenta con más soldados activos que Estados Unidos, pero con una capacidad de combate claramente inferior debido a la fragmentación en sus estructuras, la falta de interoperabilidad y los recelos nacionales a un mando común.

Soldado polaco del Eurocorps en misión de la OTAN.

Soldado polaco del Eurocorps en misión de la OTAN.MEDIA COMMONS

España, con unos 121.000 soldados activos, aportaría en torno a 24.000 efectivos adicionales si se aplicara un reparto proporcional. Aunque está lejos de potencias como Francia o Alemania en número de tropas, se encontraría entre los cinco principales contribuyentes. El reto para Madrid sería sobre todo financiero, pues mientras otros países destinan ya cerca del 5 % de su PIB a Defensa –siguiendo las exigencias de Trump y de la OTAN–, España sigue mostrándose reticente a superar el 3,5 % que se ha fijado como objetivo desde la Alianza Atlántica.

En ese sentido, España se encuentra lejos no ya de las principales potencias europeas, sino también de otros muchos países que siguen apostando por reforzar sus tropas. Por ejemplo Polonia, que se ha convertido en el país que más PIB dedica a sus fuerzas armadas y con un Ejército de unos 200.000 efectivos, el más grande de la UE y el tercero en la OTAN, tan solo por detrás de Estados Unidos y Turquía.

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