Ilustración de la organización Antifa
¿Qué es antifa, la organización juvenil que Trump ha declarado terrorista?
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha puesto de nuevo a Antifa en el centro del debate político. Esta semana, el mandatario definió a este movimiento como una «gran organización terrorista» y advirtió de que se abrirán investigaciones para conocer quién financia a sus grupos en distintos países. El primer ministro húngaro, Viktor Orban, respaldó de inmediato la postura del republicano y expresó que también quiere declararla como organización terrorista en su país.
La decisión de Trump no es un gesto aislado ni improvisado. Desde hace años, el presidente viene señalando a Antifa como un factor desestabilizador de la convivencia y como responsable de gran parte de los disturbios en protestas sociales, sobre todo aquellas que derivaron en violencia, saqueos y enfrentamientos con la policía. Su preocupación se basa en un punto central, y es que, aunque no sea un partido ni tenga una estructura jerárquica clara, Antifa ha logrado extenderse y agrupar a colectivos muy distintos bajo una bandera común de radicalismo.
El término Antifa proviene del alemán Antifaschistische Aktion («Acción Antifascista») y surgió en los años treinta, durante la República de Weimar, como reacción al ascenso del Partido Nazi. Con el tiempo, el concepto se transformó en un paraguas para diferentes corrientes de extrema izquierda, desde socialistas y comunistas hasta anarquistas. Hoy en día no existe un «líder de Antifa» ni una dirección centralizada, sino grupos independientes que actúan de forma autónoma en distintos países.
Los símbolos del movimiento son fáciles de reconocer: dos banderas inclinadas hacia la izquierda, una roja —representando el comunismo y el socialismo— y otra negra, que alude al anarquismo. Detrás de ese emblema se agrupan tanto colectivos que protestan de forma pacífica como otros que justifican la violencia en sus enfrentamientos con la derecha o con las fuerzas del orden.
En Estados Unidos, la actividad de Antifa se remonta a los años ochenta, cuando varios grupos se movilizaron contra neonazis y el Ku Klux Klan. Pero fue durante la primera presidencia de Trump cuando su nombre comenzó a sonar con más fuerza. Protestas como las de Charlottesville en 2017, los disturbios tras la muerte de George Floyd en 2020 o las manifestaciones contra su victoria electoral en 2016 y 2024 llevaron al presidente a denunciar públicamente que estos grupos no solo buscan protestar, sino provocar el caos.
Protestas del grupo Antifa
El propio FBI ha reconocido que Antifa no puede considerarse una organización formal porque no tiene estructura ni jerarquía, algo que, en opinión de la Casa Blanca, facilita que se esconda detrás de una «etiqueta difusa» para evitar responsabilidades. Investigadores coinciden en que se trata más de una ideología que de un colectivo organizado, pero no niegan que algunos de sus miembros hayan recurrido a la violencia para lograr sus fines.
Aunque el debate se concentra en Estados Unidos, el antifascismo organizado también tiene presencia en Europa. En el Reino Unido, militantes antifascistas han protagonizado enfrentamientos con grupos como los seguidores de Tommy Robinson, que protestan contra la inmigración ilegal y, el pasado fin de semana, congregaron a miles de personas en las calles. En Italia, la Asociación Nacional de Partisanos (ANPI), heredera de la resistencia contra Mussolini, sigue activa y con fuerte capacidad de movilización. En España, la Coordinadora Antifascista convoca cada noviembre marchas en Madrid en las que se denuncian «los vestigios del franquismo y la presencia de colectivos de extrema derecha».
La gran incógnita ahora es si la declaración de Trump puede traducirse en medidas legales concretas. En Estados Unidos, la legislación permite designar como terroristas a grupos extranjeros —como Al Qaeda o Estado Islámico—, pero no contempla esa misma clasificación para movimientos internos. Aun así, el republicano ha dejado claro que no permitirá que se normalice un activismo radical que, en su opinión, amenaza la seguridad y la estabilidad del país.