Los primeros ministros que ha tenido Macron durante su presidencia
¿Es adelantar las elecciones la única salida que le queda a Macron tras la enésima crisis política?
Francia vuelve a asomarse al abismo político. La dimisión –y posterior reactivación– de Sébastien Lecornu como primer ministro ha dejado al presidente de la República, Emmanuel Macron, ante un espejo incómodo: sin mayoría, sin aliados y con un país agotado por la parálisis institucional. Incluso dentro de sus propias filas se han empezado a cuestionar eso que cada vez más voces reclaman, unas nuevas elecciones legislativas. Ahora, Lecornu tiene 48 horas para formar un nuevo Gobierno, una misión que parece abocada al fracaso. Cuanso venza ese plazo, Macron se volverá a enfrentar al dilema de convocar a un nuevo primer ministro de su cuerda, ceder y darle ese cargo a la izquierda o convocar elecciones legislativas.
El problema nació después de las elecciones legislativas de junio de 2024, cuando la Asamblea Nacional francesa se fragmentó de manera inédita. Ni la coalición macronista ni sus aliados tradicionales tienen capacidad de aprobar leyes, presupuestos o decretos sin recurrir a medidas excepcionales, como el artículo 49.3, que permite gobernar por decreto. Michel Barnier y François Bayrou ya cayeron tras intentar sacar adelante los presupuestos. Lecornu, con apenas 27 días de mandato, no logró convencer ni a la oposición ni a sus aliados internos, quedando atrapado en un callejón parlamentario sin salida.
El primer ministro dimisionario recibió la negativa sistemática de todos los grandes bloques parlamentarios. La extrema izquierda, representada por La Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon, y la derecha del Reagrupamiento Nacional de Marine Le Pen, ya habían adelantado desde el inicio que no respaldarían a Lecornu. A ellos se sumó el rechazo de los socialistas, que habían contemplado brevemente ocupar posiciones de poder dentro de un Ejecutivo alternativo, pero que finalmente se mantuvieron al margen.
Incluso los partidos de centro y la derecha moderada, como Los Republicanos, se rebelaron, acusando a Lecornu de reciclar a viejas figuras macronistas y de ignorar la ruptura prometida con el Gobierno anterior. El ministro de Interior, Bruno Retailleau, criticó públicamente el nombramiento de Bruno Le Maire como titular de Defensa, considerando que su presencia simbolizaba la continuidad de políticas que, según la oposición y la opinión pública, habían agravado la deuda nacional. La suma de estos rechazos convirtió la posibilidad de formar Gobierno en un reto prácticamente imposible, dejando a Lecornu, y por extensión a Macron, en una situación de vulnerabilidad inédita.
La alternativa más inmediata que se baraja es la disolución de la Asamblea Nacional y la convocatoria de elecciones legislativas anticipadas. Sin embargo, esta opción encierra riesgos considerables para el presidente. Las encuestas actuales sitúan al Reagrupamiento Nacional, liderado por Le Pen y Jordan Bardella, como favorito para obtener un significativo número de escaños, lo que podría reforzar su posición en el Parlamento y debilitar aún más al macronismo. La única paradoja para ellos es que Le Pen, al estar inhabilitada, perdería su escaño en caso de celebrarse nuevos comicios.
Jordan Bardella, presidente de Reagrupación Nacional (RN), junto a Marine Le Pen
Al mismo tiempo, la izquierda radical buscaría capitalizar la crisis para presionar por un cambio en la agenda económica y social. Adelantar elecciones, en este escenario, puede percibirse como un suicidio político para Macron, que perdería poder de negociación y mostraría debilidad frente a la opinión pública. No obstante, es también la única vía para desbloquear un país paralizado desde hace más de un año, con tres primeros ministros distintos en tan poco tiempo y una Asamblea incapaz de actuar de manera efectiva.
A pesar de la presión, existen otras opciones teóricas, aunque ninguna resulta realmente viable. Intentar reunir a figuras de distintas formaciones podría ofrecer un Ejecutivo funcional, pero la polarización política hace que esta alternativa sea prácticamente imposible. Nombrar un primer ministro neutral o de izquierdas chocaría frontalmente con la base macronista, erosionando la autoridad del presidente entre sus propios votantes. Prolongar el mandato interino de Lecornu apenas retrasa la parálisis, generando incertidumbre económica y política. Cada una de estas alternativas conlleva costes importantes, ya sea en términos de legitimidad, apoyo parlamentario o estabilidad económica.
En el Elíseo se reconoce que, si Lecornu fracasa, Macron asumirá personalmente las consecuencias. Aunque el presidente ha descartado dimitir, no ha cerrado la puerta a ninguna vía constitucional, incluida la disolución de la Asamblea, con lo que las elecciones anticipadas siguen siendo la amenaza más tangible. La presión aumenta no solo por la fragmentación parlamentaria, sino por las movilizaciones callejeras, con huelgas masivas y bloqueos que han marcado los últimos días, dejando en evidencia la incapacidad del Ejecutivo para gobernar con normalidad. El margen de maniobra de Macron se reduce a horas. Lecornu debe negociar con partidos que desconfían de él y de su presidente, en un escenario donde la política se ha vuelto un juego de supervivencia. Mientras tanto, Francia observa con incertidumbre, consciente de que el país podría enfrentarse a elecciones anticipadas por segunda vez en poco más de un año. Cada decisión que tome Macron en estos días determinará la estabilidad de la V República.