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Aquilino Cayuela
AnálisisAquilino Cayuela

El fin de la guerra de Gaza y los retos de la paz

Los militares británicos responsables de este proceso opinan, en privado, que crear una fuerza de seguridad palestina, eficaz y debidamente investigada, podría llevar al menos 18 meses, más el despliegue de las siguientes fases del plan de paz

El acuerdo llega apenas tres días después del inicio del alto el fuego, que ha permitido la retirada de las tropas israelíes de las principales ciudades gazatíes

El acuerdo llegó apenas tres días después del inicio del alto el fuego, que ha permitido la retirada de las tropas israelíes de las principales ciudades gazatíesAFP

Hamás ha completado la entrega de los últimos 20 rehenes israelíes que seguían con vida en la Franja. Mientras en Ramala (Cisjordania) la multitud acogía a los primeros presos palestinos puestos en libertad por Israel, al grito de «Alá es el más grande».

Serán 250 presos y la devolución de los restos de 15 palestinos por cada cuerpo de los 28 rehenes fallecido que se recuperen. Las razones religiosas de este asunto son muy importantes para las partes. Por eso el que Hamás haya señalado que no puede dar cuenta de todos los restos de rehenes muertos en Gaza llena de tensión el inicio de este proceso de paz.

Mientras tanto, las disposiciones humanitarias del acuerdo reflejan las del anterior intento de alto el fuego, en enero, cuando se prometía que 600 camiones de ayuda entrarían diariamente en Gaza. Ese compromiso no se cumplió y ahora presenta dificultades.

La ONU carecía de la capacidad de enviar de forma fiable 600 camiones al día, y los obstáculos burocráticos en los pasos fronterizos de Gaza complicaban su entrega. Si persiste el problema y Hamás busca un pretexto para abandonar las negociaciones, la ayuda humanitaria podrían ser una justificación conveniente.

Entraña otra dificultad la paulatina retirada de las Fuerzas de Defensa Israelí (FDI) del 53 % de Gaza que ocupan actualmente. Las FDI mantienen, además, cinco posiciones en las colinas libanesas (a pesar de haber firmado en noviembre de 2024 un acuerdo de alto el fuego con Hezbolá). Israel también ha mantenido tropas en Siria a pesar de los esfuerzos de Estados Unidos por negociar acuerdos entre Israel y Siria. Por eso, es poco probable que se retire de una situación mucho más compleja. Es muy razonable la determinación del Gobierno israelí por permanecer en estas posiciones, mientras no exista una fuerza internacional de estabilización que garantice su seguridad.

La seguridad de Israel

La previsión de una posguerra en Gaza que sea gestionada por un Gobierno palestino de transición apoyado por actores regionales e internacionales, hasta que la Autoridad Palestina pudiera reformularse lo suficiente para gobernar, plantea dificultades para la seguridad de Israel. Aunque estas ideas llevan muchos meses sobre la mesa, hasta ahora no se ha realizado ningún trabajo preparatorio significativo para esa reforma de la Autoridad Palestina.

Además, las futuras fuerzas de paz palestinas y las fuerzas internacionales tendrían que asumir la responsabilidad de garantizar la seguridad en Gaza. Se habla que el entrenamiento de dicha fuerza apenas ha comenzado y decir, en este momento, que miles de miembros del personal de seguridad palestino han completado su preparación en Egipto es, con toda seguridad, una exageración que no ofrece las mínimas garantías.

De hecho, los militares británicos responsables de este proceso opinan, en privado, que crear una fuerza de seguridad palestina, eficaz y debidamente investigada, podría llevar al menos 18 meses, más el despliegue de las siguientes fases del plan de paz.

Trump ha dado instrucciones al Ejército británico para que establezca un centro de mando y control dentro de Israel

Trump ha dado instrucciones al Ejército británico para que establezca un centro de mando y control dentro de Israel, dirigido por un general de alto rango y con una dotación de unos 200 soldados, pero esta fuerza no estará diseñada para entrar en Gaza. El plan de Trump parte del supuesto de que los países árabes y musulmanes desplegarán sus tropas en la franja.

Para complicar más las cosas, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, declaró que Turquía tenía la intención de «participar en la fuerza de misión que supervisará la aplicación del acuerdo sobre el terreno». En el pasado estos territorios pertenecían al Imperio Otomano. Por eso, es casi seguro, que Israel rechazará cualquier presencia de tropas turcas en Gaza.

Es posible que los socios árabes y regionales de Washington no estén dispuestos, o menos de lo que algunos observadores suponen, a arriesgar la vida de sus soldados o poner en peligro su legitimidad interna al asumir una misión inevitablemente conflictiva. Los países árabes por experiencias anteriores con la causa palestina (principalmente la guerra que arruinó a El Líbano) eluden entrar en este problema.

Por eso, es casi seguro que una fuerza multinacional de estabilización tendrá que proceder de países «no árabes». Sin embargo, a falta de una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, la composición, el mandato y las normas de intervención de esta fuerza son, hoy por hoy, totalmente desconocidas.

La Autoridad Palestina podría asumir más funciones de gobernanza en un acuerdo tácito de «no preguntes, no digas»

La Autoridad Palestina ha mantenido ciertas funciones incluso durante la guerra, que supuestamente se ampliarán. La autoridad del agua de Ramala, por ejemplo, ha seguido gestionando la infraestructura de agua y saneamiento de Gaza. La Autoridad Palestina podría asumir gradualmente más funciones de gobernanza en un acuerdo tácito de «no preguntes, no digas», demostrando a Israel que la presencia de la Autoridad Palestina en Gaza no tiene por qué precipitar nuevamente una catástrofe; garantizando que los países árabes sigan comprometidos a proporcionar apoyo material y político al acuerdo.

Pero el éxito requerirá un delicado equilibrio diplomático bajo la presión de las partes interesadas.

Un posible gobierno de tecnócratas podría permitir que se inicie una reconstrucción real y que las sociedades israelí y palestina comiencen a abordar sus traumas y sus pérdidas. Desde una perspectiva humanitaria, incluso un éxito limitado sería en el presente muy importante. Sin duda: ¡Bienvenida sea la Paz! Lo que queda por delante es un trabajo extremadamente difícil que comienza ahora.

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