Rixi Moncada, la candidata del Gobierno de Xiomara Castro y de la «izquierda latinoamericana»

Es la mujer a la que el presidente Donald Trump señala como «cercana al comunismo» en Honduras. También, la elegida por el expresidente Manuel Zelaya y su mujer, Xiomara Castro, para seguir en el poder. Es Rixi Moncada, la candidata del Gobierno por el Partido Libertad y Refundación (Libre) en las elecciones de este domingo.

Los dardos de Trump nunca se saben si dan en el corazón del destinatario o el efecto es el contrario al deseado. En el caso de esta jurista y penalista, con cursos en la Universidad de Salamanca, el misterio se desvelará hoy.

Quieren que el dinero siga siendo un privilegio para las 10 familias (más acaudaladas del país) y no un derecho a favor del Pueblo

«Me llaman comunista para esconder la verdad: le temen a la democratización de la economía, les aterra la Ley de Justicia Tributaria; y quieren que el dinero siga siendo un privilegio para las diez familias (más acaudaladas del país) y no un derecho a favor del Pueblo», escribió en su cuenta de X, sin mencionar a Trump.

Fundadora de LIBRE con el matrimonio Zelaya, Rixi Ramona Godoy, de 60 años, construyó su carrera política de la mano de la pareja que se siente cómoda con Nicolás Maduro y mucho más con Hugo Chávez cuando este era el que gobernaba en Venezuela.

Maestra por vocación, reemplazada por la política y la judicatura, se especializó en Derecho Penal y terminó siendo juez antes de dar el salto al Banco de Créditos y Seguros donde formó parte del equipo jurídico. Ella y el resto de sus colegas tuvieron que enfrentar acusaciones de estafa y malversación de fondos.

Durante el breve Gobierno de Manuel Zelaya, víctima de un golpe de Estado en toda regla en 2008, –le sacaron a punta de bayoneta y en pijama a la calle– fue designada secretaria de Trabajo y Seguridad Social (2006-2008). A la sombra del presidente formaba parte de ese círculo áulico conocido como «los patricios».

Posteriormente estaría al frente de la Empresa Nacional de Energía Eléctrica (2008-2009) para pasar a formar parte del Consejo Nacional Electoral de Honduras de donde salió para ocuparse de los ministerios de Finanzas y de Defensa Nacional con Xiomara Castro.

Su discurso es más bolivariano que comunista aunque son dos caras de monedas del mismo cuño y responde al Manual del perfecto idiota latinoamericano, que escribieron Carlos Alberto Montaner, Álvaro Vargas Llosa y Plinio Apuleyo Mendoza.

Moncada proclama la «democratización de la economía» y se compromete a seguir con la política de Xiomara Castro. Entre sus virtudes destaca la lealtad a Zelaya y a la presidenta, un liderazgo fuerte, su conocimiento de las leyes y su disciplina de partido. Entre sus defectos, el convencimiento de que esa ideología a la izquierda del populismo de la izquierda latinoamericana resulta «rentable» para la población.

Los empresarios intuyen, quizás con más temor que sentido de la realidad, que de llegar al poder podrían asistir a una cadena de intervenciones estatales o algo parecido a un remake del «expropiese» de Hugo Chávez.

Denuncias de fraude

Con el lema no hay mejor defensa que un buen ataque advierte: «Vamos a elecciones el 30 de noviembre y ratifico mi denuncia que la Transmisión de Resultados Preliminares (TREP) del CNE (Consejo Nacional Electoral) el domingo a las 9:00 pm, es una trampa. Invito al Pueblo a proteger las actas de cada JRV (Junta Receptora de Votos). El bipartidismo está derrotado», añadió.

Los sondeos la incluyen en el triángulo cerrado de los favoritos para ganar las elecciones junto a Nasry «Tito» Asfura (Partido Nacional) y Salvador Nasralla (Partido Liberal). Sin opción a segunda vuelta, el que saque más votos de los tres sucederá a Xiomara Castro.

El proceso ya está bajo la sombra del pucherazo. Todos han denunciado que el fraude se está cocinando a fuego lento en el seno del Ejército para favorecer a Rixi Moncada mientras ella acusa a la derecha de estar imprimiendo papeletas falsas para colarlas en las urnas. La cuestión es que si el resultado es muy ajustado nadie garantiza que las calles se incendien con protestas de un lado y otro o de los tres.