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Lidia Fernández
CrónicaLidia FernándezVarsovia (Polonia)

Devolución histórica: Polonia recibe archivos robados por los nazis y presiona para indemnizar a las víctimas

Esta semana, representantes de Berlín y Varsovia se han dado cita para una nueva ronda de consultas bilaterales con el foco puesto en limar asperezas históricas, el resultado ha sido un gesto simbólico cargado de significado: la devolución de documentos saqueados durante la ocupación nazi en el Segunda Guerra Mundial

Entrada nazis Polonia

Entrada de las tropas alemanas en Polonia el 1 de septiembre de 1939GTRES

Los documentos en cuestión son 73 pergaminos de los siglos XIII al XV pertenecientes al archivo de la Teutonic Order, robados en 1939 cuando las tropas nazis ocuparon Varsovia. Este gesto simbólico, pero escaso, no ha logrado apagar la indignación en Varsovia tras la cancelación –por presión polaca– de una subasta en Alemania de cartas y documentos de víctimas del Holocausto.

Para muchos polacos sigue sin tener sentido devolver solo unos pergaminos cuando lo que reclaman es la reparación de un crimen que involucró millones de vidas, y de pérdidas materiales, territoriales e incluso culturales. Aun así, Berlín, con este gesto, da señales de un repliegue ante Varsovia que mezcla memoria histórica, dignidad y que reclama justicia.

El acuerdo firmado el 1 de diciembre de 2025 prevé además la devolución de otros bienes culturales, entre ellos una escultura medieval (la cabeza de un santo) robada al Castillo de Malbork. También se aprobó la creación de un memorial en Berlín, destinado a honrar a los ciudadanos polacos víctimas del nazismo, con la intención de que se convierta en «símbolo de reconciliación» y «advertencia contra la tiranía».

Para la ministra polaca de Cultura, Marta Cienkowska, este acto representa un «hito» en la recuperación del patrimonio polaco: «¡Hicimos que nuestro patrimonio robado regrese a casa!».

El compromiso ha sucedido apenas unas semanas después de que la casa de subastas alemana Felzmann decidiese retirar de su web más de 600 lotes que iban a salir a subasta bajo el título «The System of Terror, Vol. II (1933–1945)». Entre esos lotes figuraban cartas de prisioneros de campos nazis, fichas de la Gestapo, documentos de perpetradores, estrellas judías y objetos procedentes de campos como Auschwitz, Dachau, Buchenwald o Majdanek. La retirada se produjo tras el clamor internacional: organizaciones de supervivientes del Holocausto como International Auschwitz Committee calificaron la venta como «cínica y vergonzosa», denunciando que la historia de las víctimas estaba siendo «explotada con fines comerciales».

Detenidos en campos de concentración

Detenidos en campos de concentraciónShutterstock.

El ministro polaco de Exteriores, Radosław Sikorski, anunciaba en X que, tras conversaciones con su homólogo alemán, Johann Wadephul, se había acordado impedir la subasta. «La memoria de las víctimas del Holocausto no es una mercancía», escribió.

El retorno de los 73 pergaminos ha abierto la memoria sobre cuántos miles de archivos, obras de arte, bienes culturales, colecciones científicas, archivos bancarios o patrimoniales fueron expoliados a Polonia entre 1939 y 1945. Según un informe polaco de 2023, las pérdidas nacionales superaron lo imaginable: más de 11,2 millones de ciudadanos murieron o desaparecieron, millones fueron deportados o forzados a mano de obra; decenas de miles de niños fueron arrebatados a sus familias; bancos, seguros, ahorros, colecciones históricas y científicas desaparecieron; y el tesoro público polaco habría dejado de percibir cientos de miles de millones de zlotys en impuestos.

Para Varsovia, la catástrofe nazi no solo costó vidas, también privó al país de décadas de desarrollo, de patrimonio, de memoria y de una parte esencial de su identidad. Ese argumento subyace en las reclamaciones: no basta con devolver unos documentos antiguos, es necesario reconocer la dimensión total del daño y repararlo, en lo posible.

Donald Tusk advertía: «el reloj de la memoria no retrocede». Y mientras queden víctimas vivas y heridas abiertas en la historia colectiva, estas devoluciones no podrán ser celebradas como un cierre definitivo.

El espinoso tema de las indemnizaciones

Paralelamente a la restitución de los documentos, Berlín y Varsovia enfrentaron de nuevo el espinoso tema de las indemnizaciones. El primer ministro polaco, Donald Tusk, ha urgido a Berlín a tomar una decisión rápida sobre la ayuda económica a los supervivientes polacos de la guerra. Señaló que cuando el anterior canciller alemán, Olaf Scholz, se comprometió a dar apoyo económico a las víctimas de la guerra, en Polonia había unos 60.000 supervivientes vivos; hoy, según datos estimados, quedan unos 50.000. Scholz se comprometió a dar apoyo, pero sin dar cifras exactas.

«Tenéis que daros prisa», dijo Tusk. Además, advirtió que, si no hay un compromiso claro «pronto», el Gobierno polaco considerará asumir con fondos propios el apoyo a esas víctimas. El actual canciller alemán Friedrich Merz repitió la posición ya conocida: desde la óptica de Berlín, la cuestión legal y política de las reparaciones «está saldada desde hace décadas». El presidente polaco, Karol Nawrocki, también se ha pronunciado sobre el asunto reclamando compensaciones económicas por los daños de la ocupación nazi –una cifra que, en versiones anteriores, ascendía a unos 1,3 billones de euros–. No obstante, el primer ministro polaco Donald Tusk ha adoptado un tono más pragmático: aunque reconoce que «no existe cantidad que repare lo ocurrido», considera que, si Alemania acepta compensar a los supervivientes del nazismo, sería «un gesto en la dirección correcta».

Por ahora no hay cantidad concreta aprobada ni acuerdo firmado que garantice indemnizaciones generalizadas: lo que se discute es un paquete de ayudas puntuales para «supervivientes del nazismo», sin que se conozca la cuantía definitiva.

Para Varsovia, aunque la guerra acabó hace 80 años, la búsqueda de justicia sigue viva.

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