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Un investigador trabaja en el lugar donde se produjo el atentado con coche bomba en el sur de Moscú.AFP

La invasión de Ucrania deja un reguero de generales rusos muertos en atentados con bomba

Fanil Sarvarov, jefe del Departamento de Entrenamiento Operativo del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Rusia, es el cuarto militar ruso de alto rango que muere por la explosión de un artefacto desde febrero de 2022

El teniente general Fanil Sarvarov, jefe del Departamento de Entrenamiento Operativo del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Rusia, salió de su casa este lunes, como cualquier otra mañana, y puso rumbo al aparcamiento para coger su coche, un Kia Sorento, sobre las 6:55, y dirigirse a su puesto de trabajo. Sin embargo, en el mismo momento en el que introdujo la llave de contacto y arrancó el vehículo, la bomba magnética adherida al coche explotó, hiriendo de gravedad a Sarvarov, de 56 años, que acabó sucumbiendo a las heridas en el hospital.

No se trata de la primera vez que un general ruso de alto rango muere en un atentado con bomba en los casi cuatro años que dura la invasión rusa de Ucrania. Los servicios de Inteligencia ucranianos tienen perfectamente identificados a todos los militares rusos acusados de crímenes de guerra en su país y, entre ellos, se encontraba Sarvarov. Este general ruso, que anteriormente había participado en la guerra de Chechenia y de Siria, fue uno de los comandantes que participó desde el inicio en la invasión de Ucrania. Aunque Kiev no ha hecho ningún comentario al respecto, las autoridades rusas ya apuntan a la Inteligencia ucraniana como responsable de la muerte del general ruso.

Sarvarov se convierte así en el cuarto general en ser víctima de un atentado con bomba desde el comienzo de la guerra en el país vecino, en febrero de 2022. Sin ir más lejos, el pasado mes de abril, el teniente general ruso Yaroslav Moskalik, de 59 años, sufrió el mismo destino que Sarvarov. El que había sido subjefe de la Dirección General de Operaciones del Estado Mayor de Rusia, falleció por la explosión de un coche bomba, en la región de Moscú, que también mató al conductor. En esta ocasión, Moskalik pasaba cerca del vehículo cuando el artefacto explosivo fue detonado de manera remota.

En esta ocasión, Moscú también acusó directamente a la Inteligencia ucraniana. Días después, las autoridades rusas detuvieron a uno de los presuntos autores del atentado, al que identificaron como Ignat Kuzi, de 42 años, y que confesó haber cometido el ataque por encargo de los servicios secretos del país invadido. El caso más sonado fue el de Igor Kirillov, jefe de las Tropas de Protección Nuclear, Biológica y Química de Rusia, asesinado en diciembre de 2024 en otro atentado con bomba nada más salir de su domicilio, en Moscú. Kirillov, así como su asistente, murieron al estallar un artefacto oculto en un patinete eléctrico.

El general ruso había sido acusado de emplear armas químicas contra tropas ucranianas, mientras denunciaba que quienes lo hacían eran las fuerzas del país invadido. Entonces, fuentes del Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU) sí se atribuyeron la autoría del atentado. El subcomandante de la 41ª Brigada de Buques Portamisiles de la Flota del Mar Negro, Valery Trankovsky, también murió por la explosión de un coche en Sebastópol, en la anexionada península de Crimea. Nuevamente, el SBU reivindicó la operación. Kiev acusaba a Trankovsky de cometer crímenes de guerra al haber autorizado el lanzamiento de misiles de crucero Kalibr desde el mar Negro contra objetivos civiles en Ucrania.

Los generales rusos no han sido los únicos objetivos de la Inteligencia ucraniana en el marco de la invasión, a pesar de que en muchos casos no lo han reconocido. El pasado mes de febrero, una bomba colocada en el portal de su casa acabó con la vida de Armen Sarkisián, fundador de la unidad Arbat, un grupo paramilitar ruso formado principalmente por armenios que lucha en el frente ucraniano. Lo mismo le ocurrió al responsable de los bombardeos rusos contra Mariúpol, Zaur Gurtsiev, cuando el pasado mes de mayo sufrió un atentado suicida frente a su portal.

En abril de 2023, el bloguero militar ruso Maxim Fomin murió por la explosión de una estatuilla cuando celebraba un encuentro con seguidores en una cafetería de San Petersburgo mientras que, en agosto de 2022, un coche bomba mató a Daria Dugina, hija del ideólogo ultranacionalista Alexander Dugin. El mensaje que quiere enviar Kiev es claro: nadie está a salvo, ni siquiera dentro de la propia Rusia, y sus servicios secretos tienen la misma capacidad de acción que los de su enemigo.