Recargar un coche eléctrico no es tan sencillo como parece

Recargar un coche eléctrico no es tan sencillo como parece

Electrificación

El verdadero problema por el que cargar un coche eléctrico es una pesadilla

El mero hecho de recargar un coche eléctrico se ha convertido en una verdadera gymkana de dificultades y problemas que lo convierte en una pesadilla

Con un parque de vehículos electrificados que no llega a un 5 % del total entre vehículos híbridos enchufables y vehículos eléctricos puros (menos de 600.000), no parece que la necesidad real de cargadores en las calles y carreteras de nuestro país sea muy superior a los 18.000 puestos que en teoría hay dispuestos en España.
Al menos este es el mensaje que ha transmitido la Asociación Empresarial para el Desarrollo e Impulso de la Movilidad Eléctrica. Se trata de una patronal que agrupa a los fabricantes españoles de puntos de recarga, que de hecho ha calificado esta cifra como «razonable», pese a estar lejos de los 45.000 cargadores que estaban previstos inicialmente para 2023.

Pocos y malos

Si todo va cómo debería las cifras hablan de 69.000 cargadores en 2025 y 250.000 en 2030, para un parque móvil electrificado previsto superior a los 3,4 millones de turismos. Unas cifras demasiado optimistas si tenemos en cuenta la realidad de hoy en día.
Detrás de las mejores instalaciones están marcas como Porsche o Tesla

Detrás de las mejores instalaciones de carga están marcas como Porsche o Tesla

Pero un paso más allá, hay que tener en cuenta que de los 18.000 que el Gobierno ya da por instalados, hay un 20 % que no está en funcionamiento.

Repsol denuncia

Más allá de los que están averiados, la realidad es que tal y como denuncian desde Repsol los problemas burocráticos están ralentizando la puesta en funcionamiento de los cargadores ya instalados entre uno y dos años. Un período inaceptable para un país que hace de la electrificación su gran apuesta de futuro.
Tal y como explica Repsol, tras la aprobación de las licencias por el organismo nacional de carreteras, la empresa instaladora del punto puede tardar hasta nueve meses en disponer de la licencia para la puesta en funcionamiento, a lo que hay que sumar un período entre 5 y 6 meses para la legalización en Industria.
Repsol denuncia un problema muy serio con homologación de la infraestructura

Repsol denuncia un problema muy serio con la homologación de la infraestructura

De hecho, y de nuevo según Repsol, se da el caso de que cuando cuentan con la aprobación definitiva de un poste para la puesta en funcionamiento, se ven obligados a cambiarlo por uno más moderno y poner al día la infraestructura generada porque está deteriorada tras casi dos años de abandono.

La verdadera pesadilla

Por último, el usuario se encuentra con un último inconveniente a veces insalvable. Tras dar con un punto de recarga, acercarse hasta el mismo con el coche y descubrir que está en funcionamiento, puede llevarse la desagradable sorpresa de que no dispone de método de pago adecuado.
Los puntos de recarga no funcionan como una gasolinera convencional, pues no es posible pagar directamente con la tarjeta de crédito. Sino que las empresas instaladoras y explotadores de los puntos se remiten siempre a pasarelas de pagos virtuales que obligan a la instalación de una app exclusiva en el móvil en la que tenemos que dar de alta nuestra tarjeta de crédito.
Waylet es la pasarela de pago de Repsol

Waylet es la pasarela de pago de Repsol

Se da el caso incluso de postes de recarga instalados en aparcamientos subterráneos sin coberturas de internet, lo que hace imposible bajarse la app e instalarla sobre la marcha, así como activar la carga sin salir a la superficie del aparcamiento para disponer de cobertura.
Desde Repsol, que remite a la pasarela de pago Waylet, explican que el problema es que los postes de recarga se están fabricando sin datáfonos de pago integrados, por lo que hay que recurrir a ese sistema. Aunque en un futuro, sin determinar cuándo, los postes admitirán el pago directo con tarjeta.

El que parte y reparte...

La realidad es que a día de hoy tanto por la obtención de datos privados como por el control de flujos de tráfico y rutinas de funcionamiento las empresas responsables de los postes de recarga están encantadas de no poner en funcionamiento el pago directo, para tener así una radiografía más certera sobre el uso que hacemos de los cargadores.
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