Inseguridad
De acuerdo con datos recientes del ministerio del Interior, en España se roban en torno a unos 37.000 vehículos al año, o lo que es lo mismo unos 100 al día. Grandes ciudades como Barcelona, Madrid o Sevilla se llevan la palma en este apartado.
En este caso tan sólo vuelven a aparecer un 25 % de los vehículos, el resto se desguazan para piezas o directamente se venden en otros países en los que los controles de documentación y similares así lo permiten.
Más allá de la electrónica, los inhibidores y los mandos a distancia, las redes mafiosas recurren a todos los métodos imaginables para la sustracción de coches, desde potentes ordenadores hasta máquinas que copian la frecuencia del mando a distancia y la reproducen después.
Existe un sistema antirrobo que lleva usándose décadas en el mundo entero con un resultado excepcional, aunque es cierto que en los coches con mucha electrónica puede generar problemas. Nos referimos a los populares cortacorriente.
Se trata de un sencillo interruptor que bloquea la corriente que sale de la batería y que alimenta al automóvil, lo que significa que una vez que desconectamos el cortacorriente no hay manera de que el coche arranque.
Se trata de un sistema sencillo y que en un taller no deberían tardar más de un par de horas en colocar. De hecho lo más complicado es ocultar el interruptor en el habitáculo para activarlo.
Normalmente por comodidad y discreción el botón puede escamotearse en el fuelle de la palanca de cambio o en algún botón del salpicadero que simule otra función, de esa forma podemos activarlo sin levantar sospechas.
Además de evitar que el coche arranque, el cortacorriente impide que la batería se descargue en situaciones puntuales, lo cual es muy interesante si vamos a dejar aparcado durante unos días.
Los más sencillos se instalan directamente en uno de los bornes de la batería, por lo que desconectan la corriente por completo de todo el coche, un equipo barato y muy rápido de instalar y una protección antirrobo invulnerable.
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