Así son los nuevos radares de la DGT
Seguridad y multas
Claves para identificar a tiempo los nuevos radares fijos que ha desplegado la DGT en las carreteras
Ante los elevados actos vandálicos, la DGT ha decidido sustituir los radares fijos de carretera por estos nuevos equipos mucho más duros y difíciles de ver
Los radares de velocidad son, junto a los controles de alcoholemia, las grandes bazas de la DGT en su política de control de infracciones en carretera. Su número no ha parado de crecer en los últimos años hasta situarnos como quinto país europeo por número de radares y cámaras de control con unos 3.000.
Con la siniestralidad en ascenso, a la DGT no le falta razones para perseguir estas dos infracciones que están detrás de numerosos accidentes de tráfico, aunque convendría valorar la eficacia real de unas medidas de control que se han multiplicado durante los últimos años.
Soluciones equivocadas
De hecho la proliferación de radares de carretera y de controles de alcoholemia forma parte de una política restrictiva que fue muy eficaz en los años 90 y en los 2000, pero a día de hoy se muestra cada día más ineficaz, incluso algunos países europeos se cuestión ya su funcionalidad.
Los conductores le han perdido el miedo a los radares
La realidad es que parece que los conductores le hubieran perdido el miedo a los radares, e incluso se permiten el lujo de llevar a cabo acciones vandálicas y destrozar equipos que rondan los 100.000 euros, si sumamos tanto los radares como las cajas de protección, cuya compra licitó la Guardia Civil el año pasado.
Radares fortificados
Hablamos de cajas blindadas que son verdaderos fortines, fabricadas en acero que deben contar con dos ventanas tapadas con policarbonato transparente de 23 milímetros de grosor. La tapa de la caja debe ser hermética y con cerradura y toda la tornillería debe ser de aluminio.
Estos equipos son casi indestructible, el interior está climatizado
El equipo se sitúa en un poste elevado del suelo unos dos metros. La caja debe contar con conexión vía GPS autónoma, pequeñas placas solares para alimentarse y está constantemente conectada con la central, por lo que se trata de equipos autónomos que no necesitan ni cables.
Cada caja es un verdadero prodigio con un precio que ronda los 20.000 euros. Su nueva ubicación en lo alto de un poste hace que ahora en carretera no debamos mirar a las cunetas para comprobar si hay un radar, sino que debemos hacerlo a media altura, buscando una caja con el aspecto de un televisor de los de siempre, las verdaderas amenazas en la carretera ahora.