Juan Kindelán Jaquotot fue uno de los fundadores del Grupo Recoletos
Juan Kindelán Jaquotot (1940-2022)
Periodista, editor y amigo
Marca, Telva y unos cuantos títulos más merecen y esperan estudios sobre su historia de éxito, pero quiero limitarme aquí a otro empeño de Juan como fue Diario Médico
Nació en Córdoba el 25 de marzo de 1940 y falleció el pasado 5 de mayo de 2022
Juan Kindelán Jaquotot
Periodista y editor
Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad de Navarra y Diplomado en Dirección de Empresas por el IESE de Barcelona, fue un editor periodístico original y ambicioso en el mejor sentido del término. Entre sus principales logros está ser uno de los promotores del grupo Recoletos
Ha fallecido Juan Kindelán Jaquotot, uno de los promotores del grupo Recoletos, y los que hemos trabajado en su entorno le estamos recordando con la perspectiva de alguna de las publicaciones que conformaron el principal exponente de la prensa especializada de nuestro país. Todos los análisis, propios y ajenos, coinciden en destacar como principal originalidad que fueron cuatro amigos periodistas –Juan Pablo de Villanueva, Juan Kindelán, Luis Infante y José María García Hoz– quienes se convirtieron en editores sin abandonar el pedigree de su oficio original y favoreciendo el entendimiento de las redacciones y «la empresa», algo nada sencillo de lograr. Pero hoy toca hablar de Juan Kindelán.
Un capítulo fundamental de su biografía, en el que participé con grandes profesionales que los años han llevado a puestos relevantes de la sociedad, fue la salida del diario Expansión cuando España llamaba a las puertas del aún reticente club europeo, tras los pasos de Actualidad Económica, desde la que ya veníamos ayudando a abrir las puertas y los balances de las empresas españolas.
Marca, Telva y unos cuantos títulos más merecen y esperan estudios sobre su historia de éxito, pero quiero limitarme aquí a otro empeño de Juan como fue Diario Médico, cuyo lanzamiento en 1992 no era menos audaz que el de las publicaciones económicas porque debía abrirse paso en un campo minado de intereses muy variados que conspiraban contra la independencia informativa y la solvencia científica de la prensa médica. Por citar un solo recuerdo del compromiso del grupo Recoletos y de Juan en aquella aventura contra corriente, mencionaré las visitas que hicimos él y yo al ministro del ramo y a los presidentes de las corporaciones profesionales y patronales para comentarles la entonces inminente publicación del periódico. Al salir del ministerio me comentó con más humor que preocupación: sólo ha faltado que nos gritaran «disuélvanse». Aunque –todo hay que decirlo– las dificultades no vinieron desde ese ámbito sino desde otros que creíamos más próximos por nuestra acreditada presencia en el mundo empresarial. Y ahí el respaldo a los profesionales de Juan y de la casa fue el de siempre cuando las presiones políticas o económicas colisionaban con el rigor de las redacciones. El editor no había olvidado las grandes ambiciones que debieron rondar por nuestras cabezas cuando decidimos ser periodistas.
Ni siquiera cuando los avatares de las fusiones y adquisiciones llevaron a Juan por diversos derroteros pudo evitar verse involucrado en otra aventura editorial: la recuperación del sello Cristiandad, casa con un fondo de grandes teólogos que relanzó, según su costumbre, innovando y arriesgando. Semejante incursión, que a algunos nos parecía inopinada, era en realidad la respuesta de un cristiano cabal a la necesidad de presentar la doctrina con nuevos ropajes, de forma que, por usar títulos de sus autores, se conozca la verdad sobre el catolicismo (Weigel) al servicio del hombre eterno (Chesterton). Frente a tantas lamentaciones y quejas estériles, él no quiso engrosar el enlosado de buenos propósitos del infierno del Dante. Y quiero pensar que también por esto ya habrá recibido su premio.
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