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26 de abril de 2024

Ciriaco De Mita y su mujer Anna Maria Scaninzi

Ciriaco De Mita y su mujer Anna Maria ScaninziAFP

Ciriaco De Mita (1928-2022)

Gran barón de la vieja política italiana

Hombre de aparato y heredero político de Aldo Moro, contribuyó al desmoronamiento del sistema político surgido de la posguerra

ciriaco
Nació el 2 de febrero de 1928 en Nusco (Campania) y falleció en Avellino (Campania) el 26 de mayo de 2022

Luigi Ciriaco De Mita

Diputado desde 1963 a 1994 y eurodiputado desde ese año hasta 2014, lideró la Democracia Cristiana entre 1982 y 1989 y presidió el Gobierno de Italia de 1988 a 1989.

«Un gran democristiano, un hombre de pensamiento refinado y capaz de comprender aspectos de la realidad que resultan oscuros para tantos políticos italianos superficiales. Un ejemplo de tenacidad y visión de futuro en muchas decisiones tomadas en el seno de la Democracia Cristiana y por el bien del país», declara a El Debate el antiguo diputado democristiano Luca Volontè para definir la figura de Ciriaco De Mita, exprimer ministro de Italia y exlíder de la Democracia Cristiana (Dc) en los últimos años, los ochenta, de su clara hegemonía sobre la política italiana.
Volontè le ve, sin embargo, tres limitaciones: la primera, «muy a menudo la complejidad de su razonamiento hizo que no gustara a las masas populares»; la segunda, «la dificultad de enfrentarse a la hegemonía cultural y justicialista de la izquierda»; y, por último, «hijo de esa Dc organizada en corrientes, no supo, como otros dirigentes de la época, concebir el partido como un unicum y siempre estuvo preso de su corriente».
Una corriente que fue siempre la izquierda desde que este napolitano, de sólida formación académica y muy culto, adhirió a principios de los cincuenta al partido que aún dirigía Alcide De Gasperi. De Mita empezó a despuntar en la Dc en 1964 cuando propone una alianza con el Partido Comunista, rechazada en un primer momento, pero materializada algo más de diez años después mediante el «compromiso histórico», destinado no tanto a gobernar en coalición como a apaciguar una vida política italiana convulsionada por unos «años de plomo», cuyo punto álgido fueron el secuestro y posterior asesinato de Aldo Moro, referente estratégico y doctrinal de De Mita.
Desaparecido el estadista, su heredero asumió de forma natural el mando sobre el ala izquierda del partido, antes de alcanzar el pleno liderazgo de la formación en 1982, un año después de que una personalidad perteneciente a un partido que no era la Dc –Giovanni Spadolini– encabezara un Gobierno, y un año antes que hiciera lo propio un socialista, Bettino Craxi, seguramente el peor enemigo de De Mita en el tablero político de la época. La rivalidad entre ambos animó los cuatro años del primero en el Palazzo Chigi, sede del Ejecutivo italiano.
Baste decir que un dirigente socialista traspasó los límites de la cortesía a política –en Italia, pese a los clichés, existe– al tildar a De Mita de «blanco». Nada de extraño que en ese ambiente el aludido De Mita jugase un papel decisivo en la defenestración de Craxi en la primavera de 1987. Lo que quizás ignoraban ambos es que con sus aldabonazos estaban contribuyendo a herir de muerte al sistema político nacido de la Primera República.
Por eso cuando De Mita se convirtió en presidente del Consejo en 1988, el sistema ya empezaba a dar evidentes signos de agotamiento. En su año y cuatro meses en Chigi, le dio tiempo, entre otras cosas, a establecer muy buenas relaciones con Ronald Reagan y Mijail Gorbachov y a alegar el secreto de Estado para negar documentos al juez que investigaba la red militar clandestina conocida como Operación Gladio.
Lo más amargo, obviamente, fue tener que ceder el poder en el verano de 1989 a su peor enemigo en la Dc, Giulio Andreotti. Ahí empezó el declive de un De Mita que no pudo impedir la escisión de la Democracia Cristiana en 1994: el sistema al que con tanto empeño sirvió, se había desmoronado. Definitivamente.
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