El empresario Gustavo Cisneros
Gustavo Cisneros (1945-2023)
El magnate que dejó, en parte, de serlo
Conocido en España por su pelotazo con Galerías Preciados, fue uno de los empresarios más influyentes de Iberoamérica antes de iniciar una lenta y controlada decadencia
Nació en Caracas el 19 de julio de 1945 y falleció en Nueva York el 29 de diciembre de 2023
Gustavo Alfredo Cisneros Rediles
Empresario
Desde 1970, impulsó la internacionalización del conglomerado familiar, principalmente en Latinoamérica y Estados Unidos. Su fortuna, superior a los 4.000 millones de dólares a principios de siglo, asciende, según las últimas estimaciones a 1.100 millones. Le sucede en sus actividades, su hija mayor Adriana, de 45 años.
Los números hablan por sí solos: el 4 de diciembre de 1984, tras pactar el precio con el Gobierno presidido por Felipe González, el empresario venezolano Gustavo Cisneros pagó 1.500 millones de pesetas por la adquisición de Galerías Preciados, que formaba parte de los antiguos activos de Rumasa y en la que el erario español había gastado 48.000 millones dentro del proceso de saneamiento. En tres años de gestión por parte de los equipos de Cisneros, los grandes almacenes generaron unas pérdidas de 28.000 millones, cantidad que no fue óbice para que el venezolano los revendiese en enero de 1988 a la compañía inglesa Mountleigh por 30.000 millones, embolsándose una cuantiosa plusvalía: se inauguraba, en medio del bochorno –empezando por el de los trabajadores, la mayoría de los cuales terminaría perdiendo su puesto–la era de los grandes pelotazos a la sombra del poder político en la recién recobrada democracia.
Cisneros, obviamente, no fue el único beneficiario de esas prácticas empresariales discutibles. Como tampoco se puede reducir su trayectoria empresarial a este episodio. Hijo de Diego Cisneros, fundador en Venezuela, a finales de la década de 1920, de un conglomerado inicialmente dedicado al sector de los transportes y que posteriormente se expandió gracias a la distribución exclusiva de Pepsi Cola en el país caribeño, tuvo que asumir su sucesión mucho antes de lo previsto. El motivo fue el deterioro de la salud de su progenitor.
La inteligencia de Gustavo Cisneros, formado en Estados Unidos, consistió en asumir semejante herencia no como una carga, sino como una gran oportunidad. Con esta premisa, expandió el conglomerado hasta convertirlo en una de las mayores y más diversificadas de Iberoamérica a finales del siglo XX. Su popularidad se consolidó con la adquisición del concurso «Miss Venezuela» y el canal televisivo Venevisión, inagotable semilla de telenovelas.
También se asoció, además de PepsiCo -con la que terminó rompiendo tras haber conseguido que se impusiera a Coca Cola en Venezuela y en Brasil- con empresas de la talla de Burger King y Apple para vender sus productos localmente, al tiempo que contribuyó al lanzamiento de otra televisión, esta vez por cable, Directv, en toda Latinoamérica. A lo largo de los años, sus acuerdos con los medios de comunicación, incluidos los contenidos educativos, se extendieron por toda la zona hasta Argentina, Chile, Colombia, Perú, Brasil, México y el Caribe.
Cisneros introdujo marcas y empresas estadounidenses en Venezuela en un momento en que el país estaba en auge gracias a la elevada producción y los altos precios del petróleo en la década de 1970. Sin olvidarse de invertir en otros sectores menos conocidos: ahí está su apuesta por el minorista de artículos deportivos Spalding, la firma de productos para bebés Evenflo o el fabricante All-American Bottling Corp.
Quedaba por ver cual sería su actitud con el advenimiento del chavismo y la consiguiente lista de expropiaciones llevadas a cabo por el sátrapa: la familia Cisneros fue lo suficientemente hábil para reducir su presencia en su país de origen, pero sin abandonarlo del todo. Llegó incluso a pedir la mediación del Papa Francisco ante la radicalización del régimen y la pérdida de libertades.
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