Fundado en 1910

05 de mayo de 2024

Mike Sadler

Mike Sadler

Mike Sadler (1920-2024)

El navegante del desierto

Último superviviente del equipo fundador del Servicio Aéreo Especial, guiaba a los integrantes de la unidad de élite por el desierto libio durante la Segunda Guerra Mundial

Mike Sadler icono
Nació e en Londres el 22 de febrero de 1920 y falleció el 4 de enero de 2024

Michael Sadler

Sus cuatro años en el Servicio Aéreo Especial durante la Segunda Guerra Mundial y su excepcional longevidad (103 años) hicieron de él uno de los últimos héroes británicos del conflicto aún vivos.

Mike Sadler no iba para héroe de una unidad de élite. Antes, al contrario: con 17 años dejó su Londres natal, y se trasladó a Rodesia, por entonces una de las colonias más prósperas, para iniciar una carrera de agricultor. Allí se encontraba cuando estalló la Segunda Guerra Mundial: el granjero en ciernes se alistó en una unidad de artillería local, que posteriormente fue destacada en Somalia y Etiopía, antes de ser convertida en unidad antitanques y ser desplegada en el desierto para contrarrestar el avance del «Afrika Korps», aquellas estas divisiones alemanas a cuyo mando estaba el general Erwin Rommel, encargadas de apoyar a las tropas italianas y reconquistar Libia.
En 1941, Sadler se cansó rápidamente de los rigores de la vida militar y se incorporó al Long Range Desert Group, una unidad del ejército británico especializada en el reconocimiento tras las líneas enemigas. Sus habilidades de navegación fueron reconocidas de inmediato. Manejaba con soltura instrumentos de medición como el teodolito, y podía ubicarse por las estrellas con una facilidad desconcertante. Demasiado talento como para no llamar la atención de David Stirling, uno de los fundadores del recién creado Servicio Aéreo Especial (Sas), referente, aún hoy, de las fuerzas especiales británicas.
La unidad de élite, fundada en 1941, acaba de sufrir un duro revés en su primera misión; un lanzamiento en paracaídas en Libia en medio de una tormenta de arena, que no solo no alcanzó ninguno de sus objetivos, sino que desapareció alrededor de un tercio de los soldados participantes. Así las cosas, Stirling cambió de sistema: adiós a los saltos en paracaídas, bienvenido el jeep, Sadler fue contratado para guiarlos y evitar a las fuerzas enemigas en el camino. Su primera misión fue al aeródromo alemán de Tamet, en el centro de Libia. En dos días y tres noches, el joven soldado con cara de poeta bihemio guió al comando del Sas a lo largo de más de 650 kilómetros. El comando colocó discretamente explosivos en cazas Messerschmitt y bombarderos en picado Junkers, así como en depósitos de combustible y residencias de pilotos alemanes e italianos. Esa noche fueron destruidos 24 aviones y murieron prácticamente todos los pilotos.
Sadler fue recompensado con la Medalla Militar, ascendido y destinado al Estado Mayor del Sas, En un primer momento, siguió la racha de ataques sorpresas a los aeródromos enemigos. Sin embargo, los alemanes terminaron por adaptarse, lo que obligó a Stirling a revisar su táctica: equipados con ametralladoras Vickers capaces de disparar 1.200 balas por minuto, los jeeps guiados a través del desierto por Sadler se especializaron en incursiones masivas contra sus objetivos. Este tipo de guerra relámpago, que nunca duraba más de unos diez minutos, causaba estragos. En julio de 1942, un comando del Sas formado por 18 jeeps destruyó entre 20 y 30 aviones en el aeródromo alemán de Fuka. En septiembre de 1942, Sadler fue ascendido a teniente.
En enero de 1943, participó en su última misión, en el desierto de Túnez. Fue un fiasco: Stirling fue capturado, mientras que el navegante y otros dos soldados escaparon, pero vagaron durante varios días. Incluso en una situación de absoluta angustia, consiguió guiar a los supervivientes hasta la base británica más cercana, a más de 150 km de distancia.
Del desierto a Europa: Sadler participó en la Liberación de Francia, que tardó más de 70 años en concederle la Legión de Honor, participando en numerosas operaciones de sabotaje, por las que recibió la Cruz Militar. Tras el final de la guerra, cambió de escenario y contribuyó a crear una base en el Antártico, antes de servir durante años en el contraespionaje británico. Ya jubilado, volvió a la navegación. Pero esta vez en el mar.
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