Arquitecto todoterreno

Según La Vanguardia, Manuel Gausa Navarro, dentro de la nueva generación de arquitectos catalanes -la primera que no padeció el fuerte influjo ejercido durante décadas por Oriol Bohigas- «ejerció como el principal teórico, dando cuerpo a una visión de la arquitectura que iba mucho más allá de la formalidad para apostar por una disciplina que valoraba la diversidad de intereses, referencias y aportaciones (desde el arte hasta la filosofía, la cibernética o la ciencia); la integración de arquitectura y paisaje; o una primera propuesta de ejes verdes». Partiendo de esta premisa, el joven arquitecto dedicó gran parte de su esfuerzo a promover nuevos espacios y formas de ordenación territorial, especialmente la urbana.

Pero no solo: también impulsó, junto a la arquitecta francesa Florence Raveau, viviendas sociales en España y en Francia. Los bloques del Polígono Arrahona en Sabadell son un buen ejemplo de su estilo. Gausa emprendió la vertiente práctica de su legado principalmente a través de la fundación del estudio Gausa & Raveau. En cuanto a la intelectual fue prolífica: fue cofundador -junto a Ramón Prat- de Actar, una editorial que terminó ocupando un lugar central dentro del universo arquitectónico.

Asimismo, estuvo entre los iniciadores del grupo Metapolis, base del futuro Instituto de Arquitectura Avanzada de Cataluña. El interés por el periodismo arquitectónico le llevó a dirigir durante nueve años, entre 1991 y 2000, Quaderns d’Arquitectura i Urbanisme, publicación oficial del Colegio de Arquitectos de Cataluña. La otra parte del legado intelectual de Gausa es la docencia: la impartió, en primer lugar, en la Universidad Politécnica de Cataluña, en la que se licenció y doctoró; y, sobre todo, como profesor titular de Proyectos y Composición en la Universidad de Génova, donde también era director de la Escuela de Doctorado en Arquitectura y Diseño. Tampoco hay que obviar que fue uno de los comisarios del Pabellón de España en la II Bienal de Arquitectura de Róterdam en 2008.