Maestro de sociólogos

El 27 de abril de 2011, cuando ya llevaba un lustro como catedrático emérito, le fue concedido a Carlos Moya Valgañón el Premio Nacional de Sociología y Ciencia Política. Si este reconocimiento fue, o no, tardío, se puede debatir. Lo que está fuera de duda son las cualidades intelectuales del agraciado, cuyos estudios sobre Burocracia Pública, Élites de Poder Económico, Clase Médica y Sanidad han marcado a varias generaciones de sociólogos españoles. Además de la docencia, el profesor Moya Valgañón impartió su magisterio a través de decenas de investigaciones académicas y de ensayos como Sociólogos y Sociología; Teoría Sociológica: Una introducción crítica o De la ciudad y su razón. Del logos político a la razón sociológica, codirigido con el profesor José Jiménez Blanco.

Mas este cordobés de nacimiento inició su trayectoria licenciándose en Derecho por la Universidad de Valencia a los 21 años –siendo colegial, durante aquel periodo en el Colegio Mayor San Juan de Ribera– antes de ampliar estudios, becado por la Fundación Oriol y Urquijo, en la Universidad de Colonia. Allí, bajo la batuta del profesor René König, se orientó hacia la Sociología y preparó su tesis doctoral –Problemas fundamentales de la teoría sociológica: de Marx a Durkheim y al estructural-funcionalismo– que leyó en 1963, una vez regresó a Valencia.

Al año siguiente inició su trayectoria docente en la Universidad Complutense como ayudante de cátedra –en Filosofía del Derecho– de Joaquín Ruiz Jiménez, si bien la afinidad ideológica la mantenía con Enrique Tierno Galván en aquellos años de convulsión en las universidades españolas. Será cofundador y profesor de Ceisa (Centro de Estudios e Investigaciones S.A.), una escuela crítica de Ciencias Sociales impulsada por José Vidal Beneyto, lugar de encuentro y formación de la sociología española (aún fuera de las instituciones) y que fue clausurado por las autoridades en 1968.

Moya Valgañón realizó varias idas y venidas entre la Complutense y la Universidad Nacional de Educación a Distancia, asentándose definitivamente como catedrático en esta última a partir de 1989. Hombre de conversación compleja que compensaba con una amabilidad genuina, acortando distancias y dedicando tiempo a quien se lo pidiera. Unas virtudes que, quienes, como el autor de estas líneas, fuimos sus vecinos en la madrileña calle de Miguel Ángel, corroboramos firmemente.