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05 de mayo de 2024

Vidas ejemplaresLuis Ventoso

El declive de un Presidente Instagram

El Gobierno se lava las manos ante la mayoría de los problemas y con lo que nos viene encima su pronóstico electoral se torna oscuro

Actualizada 09:16

A continuación, la extraordinaria historia del presidente del Gobierno al que todo le resbalaba:
La inflación, el impuesto de los pobres, llegará enseguida al 10 %. Un calentón de tal calibre opera como una apisonadora sobre las economías de las familias, aunque ahora la izquierda ya no se desgañita contra la «pobreza energética». El día en que el viejo Mariano fue desalojado, el megavatio hora estaba en 60,7 euros, para estremecimiento del «progresismo», que se inmolaba espantado en sus televisiones coloradas. Hoy el recibo ha escalado a 472 euros. Pero han enmudecido.
Las familias que viven de alquiler y tienen sus pisos referenciados al IPC están temblando ante la actualización. La cesta de la compra se ha puesto a tarifas de boutique. La gasolina parece Möet & Chandon. A pie de calle existe un problema agudísimo, porque los sueldos no van a subir al ritmo frenético de los precios. Seremos más pobres.
Antes de que Putin invadiese Ucrania, España ya sufría una espiral inflacionista. En enero, nuestro IPC subió un 6,2 % (el doble que en Francia y Portugal, ergo algo estábamos haciendo mal). Sin embargo, Sánchez actúa como si el problema no fuese con él. En la sesión de control ha proclamado con rostro de acero inoxidable que la subida de precios de los últimos seis meses ha sido «culpa de Putin».
El Presidente Instagram se lava las manos ante los problemas. ¿La covid? Al percibir que el envite le quedaba grande, se lo empapeló a las comunidades. ¿La mayor caída del PIB de toda la OCDE? Corramos un tupido velo, mejor hablemos de Memoria Sectaria, frikismo transgénero, 8-M y ecología naif. ¿Las previsiones de crecimiento de Calviño fallan más que una escopeta de feria? Matemos entonces al árbitro: la culpa es del método con que se mide el PIB en España, hay que cambiarlo (o les doy una idea más sencilla: que lo lleve directamente Tezanos). ¿Marruecos, vecino estratégico, rompe relaciones con España, nos envía hordas de inmigrantes y nos corta su gaseoducto? Na, nosotros a lo nuestro: topicazos huecos de la Agenda 2030, charlatanería de Albares, anticlericalismo vetusto y a promocionar el aborto y la eutanasia, que matar es súper «progresista». ¿Biden reúne a los principales mandatarios occidentales, pero pasa olímpicamente del español? «No problem», me grabo un vídeo –cómico– de propaganda en la Moncloa, simulando que estoy coordinando con el teléfono de Gila a todo el orbe como líder universal de la socialdemocracia. ¿Me he columpiado satanizando la opción nuclear y apostándolo todo a una energía verde que ahora abrasa el bolsillo de los españoles? Pues contumacia en el error y tira millas. Sigo con mi homilía ecologista y con la soporífera Teresa Ribera divagando por las televisiones sin decir nada…
Pero la gran escapada de Sánchez probablemente esté llegando a su fin, debido al agobio económico que viene y porque tendrá que medirse con un rival de más punch electoral que Casado (ayer Feijóo presentó su candidatura, y sin decir nada especial, comparado con la media actual de nuestra política parecía Herbert Von Karajan en una verbena de C. Tangana).
Hablemos del precio de los garbanzos, como decía el tonante Manuel Fraga. Las patatas han subido un 37 % en el último año; el aceite de oliva, casi un 30 %; la luz ha multiplicado su precio por diez; el litro de gasóleo está en 1,80 euros… Con semejante tsunami en sus bolsillos, ¿va a seguir votando los españoles a un actor engolado que les habla de «resiliencia» y del «lado correcto de la historia», un presidente que mientras Putin destroza hospitales infantiles acoge en su Gobierno a ministros que todavía tontean con la causa del dictador ruso?
El narcisismo del personaje y su eficaz propaganda no deben llamar a engaño. Sánchez está entrando en tiempo de descuento, tiene todos los boletos para perder las próximas generales. Y si creen que exagero, me apuesto desde aquí una percebada de gloriosos crustáceos de las rocas del Roncudo regada con el más delicado godello.
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