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28 de marzo de 2024

HorizonteRamón Pérez-Maura

La cabeza de «Napoleonchu» huele a pólvora (II)

Para Marruecos, «garantizar su integridad territorial» quiere decir exactamente eso: que se queden con Ceuta y Melilla. Y el presidente del Gobierno se lo ha puesto por escrito. No paramos de mejorar

Actualizada 10:16

No tuvo un buen día. El ministro Albares, más conocido por Napoleonchu, había pedido una comparecencia voluntaria en las Cortes para dar su versión del cambio radical de la política española frente al Sáhara. Le madrugó El País publicando la carta íntegra que había enviado Pedro Sánchez al Rey de Marruecos. Efectivamente era una joya periodística e histórica. ¿Desde cuándo el jefe de un Gobierno envía cartas de esta trascendencia al jefe de un Estado y no a su par, el primer ministro marroquí? Tampoco tiene mucho de extraño sabiendo del empeño de Sánchez por arrinconar al Rey a quien prometió la lealtad. Pero Sánchez no debe saber ni lo que es una promesa, ni lo que significa ser leal. Más allá del pésimo castellano que se puede leer en el texto, lo que quedaba en evidencia es que la carta era una rendición de España frente a Marruecos. No hay la más mínima referencia a Ceuta y Melilla. Napoleonchu y Moncloa se justifican diciendo que sí la hay porque se especifica el «garantizar la estabilidad e integridad territorial de nuestros dos países». Casualmente, el Palacio Real marroquí no filtró esa frase a la agencia marroquí MAP el pasado viernes cuando le dio la noticia. Pero, además, tampoco representa ninguna garantía para las ciudades españolas porque en cualquier mapa oficial marroquí ambas están integradas en el Reino de Marruecos, como lo está el Sáhara. Para Marruecos, «garantizar su integridad territorial» quiere decir exactamente eso: que se queden con Ceuta y Melilla. Y el presidente del Gobierno se lo ha puesto por escrito. No paramos de mejorar.
Quienes le conocen bien me decían ayer que Napoleonchu tenía cara de estar descompuesto. Añadamos a ello que durante la sesión matinal de control al Gobierno hizo una referencia a la carta de Sánchez diciendo que «hoy he visto en un medio de comunicación la famosa carta», en respuesta a la portavoz de Exteriores del PP, Valentina Martínez Ferro. Muchos quisieron interpretar esa frase como una confesión de que Napoleonchu no había leído la carta que el presidente envió al Rey de Marruecos. Y eso es increíble. Primero porque las cosas no funcionan así. Y como mínimo, si no lo redactó él personalmente y lo supervisaron sus asesores, tuvo que hacerlo el consejero de política exterior de Moncloa, que es una persona de su confianza. Si de verdad –como algunos interpretan– Napoleonchu quería decir que no se enteró del contenido de la carta hasta el 23 de marzo por la mañana, cuando Sánchez la remitió el 14 de marzo y Mohamed VI hizo pública su existencia el 18, no podría seguir siendo ministro ni un minuto. Por dignidad. Si es que sabe lo que es eso.
Yo no creo que eso sea lo que ha ocurrido. Pero sí creo que el uso de esa frase confusa («Hoy he visto en un medio de comunicación la famosa carta») apunta a que Albares tiene serios problemas internos. Es casi imposible gestionar peor un cambio de posición exterior de esta magnitud. Han conseguido quedarse absolutamente solos, incluso frente a quienes creemos que el objetivo final es el correcto. Ayer fue un día patético para la imagen de España ante el mundo.
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