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19 de abril de 2024

Vidas ejemplaresLuis Ventoso

Indultos, otra gotera en Casa Sánchez

Resulta alentador que el Supremo haya decidido revisar aquella gracia arbitraria, concedida por el presidente solo para comprar el apoyo de Junqueras

Actualizada 09:32

El sanchismo es implacable y más bien marrullero, pero el móvil de sus acciones resulta más evidente que un crío con una pistola de agua en una fiesta de cumple. No se requiere la portentosa inteligencia de Grigori Perelmán para verle el plumero a nuestro mandatario (que ayer, por cierto, pinchó en Davos en su versión Peter, con mucha butaca vacía en la sala donde explicó sus recetas progresistas y ecologistas para salvar a Europa).
Para asegurarse la presente legislatura, Sánchez procedió a comprar el apoyo en el Congreso de los golpistas de ERC y los post etarras de Bildu. ¿Cuál fue el pago? A Junqueras lo compró con los indultos. A Otegi, abriendo la vía para que todos los asesinos fuesen saliendo a la calle, como por desgracia ya está ocurriendo.
Los indultos, rubricados en junio del año pasado, constituyeron una decisión arbitraria, tomada contra el criterio del Supremo y contra el sentir mayoritario de los españoles. Unos delincuentes condenados hasta a 13 años de cárcel, y por algo tan grave como declarar la república catalana e intentar romper España, se vieron súbitamente en la calle solo porque le venía bien a Sánchez para seguir pernoctando en palacio.
Sabedor de que aquello era una barrabasada, el Gobierno ocultó el expediente donde en teoría justificaban sus indultos. Pero el contenido ha acabado haciéndose público, gracias a las reclamaciones ante Transparencia de Antonio y Julio Naranjo, del equipo de Investigación de El Debate. Lo que destapó este periódico es lo que cabía sospechar: el Ejecutivo no había aportado justificación sólida alguna que justificase los indultos. El Ministerio de Justicia esgrimió como supuestos argumentos de peso artículos de El País, su periódico de cámara; comentarios de los sindicatos –cuando UGT está totalmente escorada hacia el separatismo por la lamentable deriva de Pepe Álvarez–; y hasta encuestas pagadas por la propia Generalitat independentista. En resumen, una coña.
PP, Vox y Cs presentaron recursos contra los indultos. Por supuesto, la Abogacía del Estado lo dio todo para proteger a Sánchez, argumentado que esos partidos no tenían derecho a presentar reclamación. En enero el Supremo le dio la razón a la Abogacía. La arbitrariedad de los indultos parecía por lo tanto salvada, para dicha de Sánchez, que depende de Junqueras para sobrevivir. Pero ahora un cambio de mayorías en la Sala del Supremo que se ocupa del asunto ha permitido darle la vuelta a la tortilla: el alto Tribunal acepta revisar los indultos.
Sánchez ya tiene otra gotera en su cocina, donde no pasa semana sin algún nuevo accidente. Es evidente que los indultos fueron un abuso, como prueba el simple hecho de que los perdonados por el Gobierno no han parado de amenazar con volver a cometer idéntico delito. Es dudoso que el Supremo se atreva a llegar hasta el final, que aplique la lógica y la rectitud jurídica y acabe revirtiendo los indultos, pues hablamos del mismo tribunal que en su día se amilanó escribiendo en la sentencia que el golpe de Estado en toda regla de 2017 fue solo «una ensoñación». Pero aun así, conforta constatar que la justicia independiente todavía pervive en España y que va a hacer sudar un poco a un presidente que se ha saltado varios límites a la gloria de su súper yo.
(PD: será interesante también ver qué tono adopta el nuevo PP ante la posibilidad que se abre de revertir los indultos, si mantiene la batalla contra aquella arbitrariedad u opta por ponerse de canto pensando en sus cálculos electorales en Cataluña).
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