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26 de abril de 2024

Perro come perroAntonio R. Naranjo

El fuego es fascista

Ahora que arde España conviene recordar cómo trata el Gobierno a la gente de campo, esos ultraderechistas que matan lobos o se ganan la vida hundiendo el planeta con esos peligros que son la ganadería y la agricultura

Actualizada 02:07

Los responsables políticos de prever o atajar los incendios son, mayormente, los mismos que insultan a los cazadores, ignoran a los agricultores y desprecian a los ganaderos e inventan cursiladas como la «España vaciada» para perpetrar sus excesos: se preocupan mucho por el campo, pero creen que la gente del campo es ultraderechista, imbécil, cruel y cateta a la vez.
Ahora han descubierto que el cambio climático, que es tan evidente como difusas las causas y los remedios, es un comodín tan útil como el de Franco: al calentamiento global, obvio si le restamos los excesos apologetas tan inadecuados para tejer complicidades sensatas, se le puede echar la culpa del precio de la energía, de las subidas de impuestos verdes y también de los incendios que recorren España de norte a sur.
No descarten incluso que Pedro Sánchez, disfrazado de Greto Thunberg, termine culpándole del incipiente paro que nos acecha, apenas disimulado por la contabilidad creativa de un Gobierno que en otoño llamará «trabajadores» a cientos de miles de beneficiarios del subsidio de desempleo bajo el epígrafe de fijos discontinuos.
El monte arde porque hace calor y está tan seco como las meninges de Sánchez, que prenden al contacto de cualquier cerilla arrojada por esos pirómanos que le rodean en nombre de Podemos, ERC o Bildu.
Pero lo que provoca el fuego es la acumulación de combustible por el despoblamiento, el retroceso de la ganadería, las dificultades de la agricultura, la insuficiencia de cuadrillas en el pueblo y la preeminencia de leyes bobas que protegen antes a la avutarda o al lobo que al ser humano.
El conservacionismo que se salta al hombre para mimar al murciélago, que como las otras especies merece el respeto máximo compatible con las necesidades homínidas básicas, está detrás del fuego en Las Hurdes, Sierra Culebra o Mijas: un cretino en Madrid legislando sobre el lobo tiene más peligro para Galicia que una churrascada adolescente en plena sierra del Barbanza.
Y el resto lo hacen los discursos sobre el campo al margen de la gente de pueblo, a quien nadie recibió cuando hace unos meses protestó en Madrid frente al Ministerio de Pesca y Agricultura, con sus tractores, aperos, nasas, trilladoras, redes y escopetas.

Un cretino en Madrid legislando sobre el lobo tiene más peligro para Galicia que una churrascada adolescente en plena sierra del Barbanza

Una vez que este Gobierno de señoritos convencidos de que el campo es eso donde a veces van a un hotel rural pijo aprenda a escuchar a los nativos y les deje actuar, los fuegos comenzarán a remitir.
Mientras, qué tentador resulta decir que el fuego es fascista y que esto se arregla poniendo paneles solares, comiendo hamburguesas de soja, inventado nuevos impuestos a la sostenibilidad inclusiva y gayfriendly y tratando a los brutos que saben de esto como al Azarías de Los Santos Inocentes.
Qué van a saber ellos, pudiendo preguntarle a Alberto Garzón, que un día se apañó el trasero con un canto rodado y está muy concienciado con la ternera wagyu.
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