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29 de abril de 2024

HorizonteRamón Pérez-Maura

Humillar al Rey

El pasado miércoles en el paseo de la Castellana, hubiera bastado con que el Rey, al bajarse del coche, mirara la hora en su reloj. Con eso estaba todo dicho

Actualizada 01:30

La escena que vivimos el pasado miércoles viendo como Sánchez hacía esperar al Rey en su coche creo que es muy reveladora del momento en el que estamos. Todos dijimos, sin dudarlo, que Sánchez esperó a que llegara el Rey con la esperanza de que su presencia aminorase los pitidos al presidente del Gobierno. Pero yo creo que el deseo de Sánchez iba más allá. Era mostrar que incluso cuando está siendo sometido a esa bronca popular –inaceptables insultos incluidos– él puede humillar al Rey y hacerle esperar. Se trataba de eso: de humillar.
Cuando el 12 de octubre de 2018 vimos a Sánchez llegar a la recepción del Palacio Real y ponerse al lado de los Reyes en el besamanos, muchos lo atribuyeron a su inexperiencia. Esa inexperiencia debía estar condimentada por falta de capacidad de percepción y memorización. Sánchez llevaba años siendo invitado a esa recepción y supongo que algún informativo de televisión habría visto a lo largo de los anteriores 40 años para saber que los presidentes del Gobierno no se ponían nunca a recibir junto a los Reyes. Lo que en realidad se demostraba con esa escena era su egocentrismo, del que hemos tenido múltiples ejemplos desde entonces. En especial en su relación con el Rey.
Este año hemos visto cómo la Casa del Rey es la única institución a la que se ha congelado el presupuesto, en un ejercicio fiscal que vamos a cerrar con una inflación cerca de los dos dígitos. Hay quien cree que ha sido por voluntad de Su Majestad. No lo sé, pero me cuesta creerlo. Porque es evidente que esta opción favorece la imagen del Rey y perjudica la del Gobierno, que se ha subido los sueldos un 4 por ciento. Y con este Gobierno que no tiene ningún inconveniente en gastar sin límites, a Sánchez le hubiera sido muy fácil contradecir al Rey –tampoco nadie se hubiera enterado– y subir el presupuesto de la Casa del Rey en consonancia con todo lo demás. Es por ello por lo que yo sospecho que la congelación del presupuesto de La Zarzuela ha sido impuesta al Rey.
Es verdad que, en esta constante humillación al Monarca, Don Felipe juega con la desventaja de no poder opinar públicamente, ni mucho menos contradecir al jefe de su Gobierno. Pero hay maneras más sutiles de hacer ver su crítica sin necesidad de que nadie le acuse de haber hecho algo impropio. Por ejemplo, el pasado miércoles en el paseo de la Castellana, hubiera bastado con que el Rey, al bajarse del coche, mirara la hora en su reloj. Con eso estaba todo dicho. Llega un momento que, si nunca se contesta a nada, lo que consigues es que te desprecien y humillen cada vez más.
Otrosí: el año pasado se nos dijo que la Princesa de Asturias no vino al desfile de la Fiesta Nacional porque la covid le hubiera obligado a guardar aislamiento al regresar al colegio y perder clases. Este año no había covid ni aislamiento y tampoco ha venido. Precisamente para situaciones como ésta es para lo que hay que utilizar el Falcon que Sánchez usa hasta para ir a Doñana. Se podía haber enviado ese avión a recoger a la Princesa después de terminar las clases el día 11 y haberla devuelto el 12 tras terminar el desfile o la recepción en el Palacio Real. Perder un día de clase por la Fiesta Nacional está más que justificado cuando se es Princesa de Asturias. Es más, creo que debería ser una obligación.
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