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16 de abril de 2024

Perro come perroAntonio R. Naranjo

8-M en Galapagar

Así lo han vivido Irene Montero y las compis de Igualdad desde el cuartel general de la Resistencia

Actualizada 01:30

Irene Montero se levanta a las 8.29 en Galapagar, con la sierra madrileña despierta desde hace tiempo y mirando cómo la tata, Manoli, y la nurse, Catherine, han dado ya de desayunar a los niños y les acompañan con los deberes hechos al coche de Pascual, chófer de confianza y primo de Eugenio, jardinero y manitas a tiempo parcial en las mejores casas de la zona.
Hoy es 8-M, un gran día, y la ministra siente desde temprano una epifanía colectiva con Pam Rodríguez, Isa Serra o Vicky Rosell, que a esas horas también está viviendo lo que, entre ellas, denominan con ternura un «momento cuqui» o, si no hay gente delante, un instante «Satisfayer».
Las cuatro irán luego a la manifestación, si el GPS se empodera a tiempo para encontrar la calle del barrio que hace tiempo no pisan, por motivos de seguridad y, qué demonios, porque lleva mucho tiempo ejercer de resistencia obrera en las zonas más franquistas de Madrid.
El momento cuqui le pilla a Montero preguntándose si Pablo habrá dormido en casa o tenía lío con Roures; a Pam pensando en la autoestimulación con el típico tazón de chocolate con once porras de cada amanecer inclusivo; a Vicky Rosell preparando nuevos epítetos para los compañeros de judicatura y a Isa Serra respirando y sin ganas de agredir a nadie, que en su caso es un heroico esfuerzo muy poco valorado.
Las cuatro se mandan un WhatsApp con besos y bíceps al grupo de partisanas que, bajo el nombre irónico de «Las Supremes», comparten desde hace tiempo para organizar la lucha feminista, este año entorpecida por una ley aprobada por ellas mismas que en realidad nunca se leyeron: el responsable material fue Pablo Echenique, autor de grandes éxitos musicales con Dominga de protagonista, pero la hicieron suya tras comprobar que su socio Sánchez estaba en peores circunstancias por la irrupción de Tito Berni y sus prostitutas inmigrantes, inmejorables para contrarrestar todo reproche sociata.
Puteros 1- Violadores 1, empate en Las Gaunas.
Eso se decían con complicidad y risitas cada vez que Sánchez comparecía para presumir de inclusividad, feminismo y de una nueva ley de paridad que, como la del 'solo sí es sí' se rifaban ya todas las cancillerías de Europa y alguna de la Galaxia, que conoceremos cuando Sánchez promocione a Alto Comisionado de la Vida en Otros Planetas.
Y así marcharon todas a la «mani», tras reunirse previamente en una sesión de tupper sex donde adquirieron, mientras tarareaban «Bella ciao» a coro, varios modelos distintos de «Satisfayer» para combatir duro al fascismo, según las precisas instrucciones de Pam Rodríguez, la gran experta en la materia.
Incluso lograron, para satisfacción de sus valores sostenibles, que la mitad de los artilugios adquiridos, alguno con el rostro de Franco serigrafiado y otro con poemas de Neruda, funcionara en exclusiva con energía eólica, garantizada siempre por los recurrentes vientos serranos que el urbanismo depredador no había conseguido eliminar en sus dachas.
Ya cansadas con tanta conexión emocional y tanto empoderamiento tecnológico, las cuatro acudieron al encuentro deseosas de encabezar la «columna Irene», una de las 1984 que habían previsto llenara Madrid de luz y de color.
Pero al llegar, solo se encontraron a Paqui, la madre de una menor violada por un adulto que, gracias a la ley del 'solo sí es sí', había recortado en tres años su estancia en prisión. Y a Mónica, una joven de 28 años que no cobraba sueldo ni subsidio de desempleo pero figuraba como ocupada en las listas del SEPE bajo el epígrafe de «fija discontinua». Y a Juan, el abuelo de Manuel, que con 16 años se había amputado los genitales sin decírselo a nadie gracias a la ley trans.
No supieron qué decir. Cogieron sus «Satisfayer», llamaron al chófer, pararon a coger algo de sushi y se volvieron a Galapagar donde, allí sí, pudieron seguir con la batalla, armadas hasta los dientes con sus nuevos juguetes, aprovechando la buena noche de viento que hacía en la vanguardia de la Resistencia.
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