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29 de abril de 2024

Un mundo felizJaume Vives

De policías y ladrones

¿Cómo no va a haber un problema de seguridad si, además de unas leyes infames, que casi animan a delinquir, quienes tienen que velar por el orden en la vía pública son así de inconscientes?

Actualizada 01:30

El otro día vi cómo en una calle de la zona alta de Barcelona la policía detenía a dos chavales que llevaban el mal escrito en la cara. Como les encontraron algún cuchillo encima al registrarlos, los dejaron esposados y sentados en el suelo.
Había quedado con mi mujer justo donde estaban esos dos indeseables, así que no tuve más remedio que esperar allí disfrutando de la escena, que a mí estas cosas me encantan.
Los comentarios de la gente venían a ser todos del mismo tenor: «Qué más da, si mañana los van a soltar» y otros por el estilo. Al parecer habían intentado atracar a alguna persona en la zona, y no eran los únicos, había otros dos chavales detenidos a doscientos metros, en una calle paralela y otros en una plaza de más abajo. Todos a la vez.
Las desgracias nunca vienen solas, y las plagas son eso, plagas.
El espectáculo duró poco más de treinta minutos. Los policías vacilando a los indeseables, los indeseables sabiéndose impunes, esperando el momento en que alguien les abriera las esposas, y la gente observando algo cada vez más habitual: unos delincuentes que, como mucho, pasarán una noche en el cuartelillo y ni siquiera se llevarán un bofetón correctivo.
Y claro, así, ¿qué indeseable no querrá volver a la calle a robar a una pobre viejecita o a un joven incauto?
Pero para sorpresa de mi mujer y mía, cuando salíamos de comprar algo para la cena, estaban soltando a esos dos indeseables. Uno de los policías le dijo a uno de ellos que se comprara un cinturón, porque se le caían los pantalones, y el otro, acompañándolos hasta el metro, les dijo que si querían robar, que lo hicieran en su barrio. Palabras textuales. Y los invitó a bajar las escaleras para acceder al andén.
Y esos dos tipos con cara de pegar a su madre bajaron las escaleras del tren, impunes, contentos y supongo que, obedientes, a robar a otro barrio. Y esos seis policías dejaron a todos los usuarios de esa línea de metro a expensas de dos tipos con ganas de adueñarse de lo ajeno, tirando de cuchillo, si preciso fuere.
Y claro, ¿cómo no va a haber un problema de seguridad si, además de unas leyes infames, que casi animan a delinquir, quienes tienen que velar por el orden en la vía pública son así de inconscientes y tienen tan poco sentido del deber y de la responsabilidad? Aunque, por supuesto, la nefasta actitud de ambos policías, seguramente viene motivada por unas leyes que convierten el trabajo que realizan en algo totalmente inútil.
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