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02 de mayo de 2024

Vidas ejemplaresLuis Ventoso

¿Vendrá Mohamed VI a los debates electorales?

El Rey de Marruecos tendría mucho que aportar a la vista de la opacidad que muestra nuestro presidente del Gobierno en lo que hace a sus relaciones

Actualizada 09:06

Pues sí: en una democracia de más solera que la nuestra, una situación tan viscosa como la de las relaciones de Sánchez con Marruecos le habría costado la presidencia. Resulta insólito que nuestros partidos de la oposición estén dejando pasar por alto un tema capital como este cuando estamos a las puertas de unas elecciones en las que se decidirá si Sánchez es o no un presidente idóneo.
El resumen sucinto de los hechos no tiene un pase. Sánchez llega al poder haciendo un desplante a Marruecos, al elegir París para su primer viaje oficial, en lugar de Rabat, que era la tradición establecida por sus predecesores. Acto seguido continúa provocando a Marruecos, al traer de tapadillo a España al líder del Polisario, el archienemigo de los alauitas, para que reciba tratamiento médico. El secreto dura cinco minutos, porque tenemos un Estado de tebeo. El sátrapa alauita entra entonces en cólera, retira a su embajadora en Madrid, da barra libre a las pateras y abre las fronteras con Ceuta propiciando una invasión de miles de chavales. Hoy sabemos también que en aquellos días ocurre algo más: un pirata informático entra con el programa espía israelí Pegasus en los móviles del presidente del Gobierno de España y de nuestra ministra de Defensa y se lleva material de ambos teléfonos.
Poco después, ¡oh sorpresa!, Sánchez da un giro de 180 grados en las relaciones con Marruecos. De la noche a la mañana, de espaldas al Parlamento, a sus socios de Gobierno y al jefe del Estado, le hace a Mohamed VI el mayor regalo con que pudiese soñar: cambia la postura diplomática de España de los últimos cincuenta años y entrega lo que fuera el Sahara español a Marruecos. El brusco volantazo ni siquiera lo anuncia el Gobierno español. Se oficia con una carta, presuntamente redactada por nuestro Ejecutivo, que hace pública Marruecos y que se conoce aquí por el portavoz oficioso de Sánchez, el periódico El País.
Pero hoy sabemos ya más cosas. El Gobierno de España es el único de mundo que salió a reconocer en público que a su presidente le habían vaciado su teléfono con Pegasus. ¿Quién lo hizo? Al día siguiente del anuncio de nuestro Ejecutivo, el diario The Guardian, para más señas laborista y que participaba en un consorcio de medios que investigaban el caso Pegasus, señala ya que los servicios de espionaje marroquíes pueden estar tras el ataque al móvil de Sánchez (de donde se llevaron material equivalente a todo lo que ocupa en un archivo digital la Wikipedia). A comienzos del mes pasado, una comisión del Parlamento Europeo también concluye que Marruecos es el «posible» autor del hackeo a Sánchez y Robles.
Para completar el puzzle hay que referirse también a las indagaciones que ha hecho El Debate a través de Transparencia. Los investigadores Julio y Antonio Naranjo han probado por esta vía dos asuntos de trascendencia: 1.- El Gobierno ha sido incapaz de decir si Sánchez informó o no a Felipe VI del giro diplomático en Marruecos, a lo que estaba obligando por mandato constitucional al tratarse de un asunto de enorme relevancia. Si no lo dice, lo evidente es que no lo informó. 2.- El Gobierno es incapaz de aportar el original de la carta que comunicaba el giro sobre el Sahara, que supuestamente envió en su día a Marruecos. Además, reconoce que tampoco sabe cómo se gestionó la misiva, ni quién la envió. Lo que da pie a concluir que no hubo tal carta española y que la elaboraron los propios marroquíes (como delataba la titubeante prosa de la misiva publicada por El País).
Grave conclusión: a tenor de todo lo dicho es razonable deducir que el presidente del Gobierno de España pudo estar coaccionado en sus actuaciones de Estado por el hecho de que Marruecos halló algo en su teléfono móvil con lo que ha podido chantajearlo. Una situación así convierte a Sánchez en un político incapacitado para permanecer en el cargo, pues sería rehén de otro Estado. Pero además, el hecho de no haber informado a Felipe VI del cambio diplomático y el que sea incapaz de aportar la supuesta carta que dice que remitió a Marruecos suponen ya motivos suficientes para haber provocado su renuncia.
De cara a los debates electorales que vienen sería muy interesante incorporar a Mohamed VI. Podría aportar datos muy reveladores sobre el candidato del PSOE y el ‘móvil’ político de su actuación.
(PD: Increíble que los últimos presentadores que han entrevistado a nuestro ahora locuaz presidente no le hayan hecho las pertinentes preguntas sobre este asunto. Tal vez se deba a que al final ciertos personajes de televisión son buenos animadores, pero no periodistas, que es otro oficio).
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