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03 de mayo de 2024

HorizonteRamón Pérez-Maura

El sanchismo muestra grietas

Lo cierto es que las conversaciones han pegado un frenazo en seco. ¿Cómo va a dar Puigdemont su apoyo a Sánchez si éste no puede otorgarle la amnistía? ¿Apoyar al mismo que respaldó el 155 para que él continúe en la Moncloa y Puigdemont en Waterloo?

Actualizada 09:12

Cuando uno trata con tramposos, tiene que dar por descontado que harán todo lo posible por saltarse las normas e imponer su voluntad. El de la urna llena tras las cortinas de la sede de Ferraz el 1 de octubre de 2016 ya ha demostrado su querencia a la contravención disimulada de las normas o las leyes. El Debate anticipaba ayer una noticia de la máxima gravedad para la aspiración de Sánchez a la Presidencia del Gobierno. Después de ofrecer todo: su mujer, su madre, su hija, su cuerpo… resulta que el magistrado García-Castellón, dentro de una causa que la Guardia civil investiga desde 2019, ha acusado a Carles Puigdemont de terrorismo. Y eso no le permite ser beneficiario de una amnistía por adelantado.
La arquitectura política del sanchismo muestra grietas con estruendo creciente. Y ellos lo saben. Por eso salió el propio Puigdemont el lunes por la tarde a arremeter contra el sistema judicial español y contra el Rey. Debe ser que el fugado cree que la obligación de Don Felipe VI es violar la separación de poderes y facilitarle su vuelta para que contribuya a su derrocamiento desde dentro y no desde fuera.
Lo cierto es que las conversaciones han pegado un frenazo en seco. ¿Cómo va a dar Puigdemont su apoyo a Sánchez si éste no puede otorgarle la amnistía? ¿Apoyar al mismo que respaldó el 155 para que él continúe en Moncloa y Puigdemont en Waterloo? Hasta el que asó la manteca sabe que eso no tiene sentido para el prófugo golpista. Pero cuando el que dirige la negociación es uno que ha demostrado hasta dónde puede llegar con tal de mantener su puesto, hay que tener claro que por más trapacerías que puedan ser necesarias, Sánchez no se ahorrará ni una. Ayer en Portugal dimitió el primer ministro Costa. Un socialista de procederes radicalmente distintos a los de Sánchez. La policía detuvo a su jefe de gabinete y entró en su residencia y las de allegados investigando casos de corrupción y Costa dimitió. Como es normal. En España el PSOE fue condenado en el caso de los ERE, el de mayor grado de corrupción de la historia de nuestra nación y Sánchez ni se inmutó y tiene listos los decretos de indulto también para los socialistas corruptos andaluces. Y su Gobierno fue dos veces condenado por el Tribunal Constitucional por violaciones de los derechos más básicos de todos los españoles durante la pandemia y eso no tiene la más mínima importancia. Lo único que cuenta es que ese mismo Constitucional renovado pueda avalar su Ley de Amnistía (y su impuesto a las grandes fortunas y lo que tenga que venir…)
En medio de todo esto, el lunes tuvimos una señal muy grave de la degradación palmaria de nuestra democracia. El enfrentamiento de la Policía con los pacíficos manifestantes en las inmediaciones de la sede del PSOE en Ferraz es un anticipo de lo que se prepara. Ha tenido que salir el propio sindicato Unión Federal de Policía a denunciar que se está utilizando a la Policía Nacional de forma partidista; que asedios como los de «Rodea el Congreso» o el de la comisaría de Vía Layetana en Barcelona durante el procés fueron mucho más graves que lo sucedido en Ferraz, pero se ordenó a los agentes aguantar «aunque nos estuvieran literalmente masacrando». En Ferraz se ordenó el uso de gases y porras contra ancianos.
España, Año de Gracia de 2023
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