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03 de mayo de 2024

HorizonteRamón Pérez-Maura

Invocando la memoria de Antonio Maura en esta hora

Cuántas personas tenemos a nuestro alrededor que creen que no va a pasar nada grave. Que cuando llegó Felipe González se pensaba que era el apocalipsis y no tuvo mayor consecuencia, que la victoria de Zapatero tampoco supuso tanto y que esto pasará y no cambiará nada

Actualizada 01:30

Entre los muchos y fieles comentaristas de los artículos de El Debate hay uno que firma con el seudónimo de Baxan de cuya verdadera autoría sospecho. El pasado viernes, en el momento de verdadera decadencia nacional que vivimos, este autor publicó un comentario a mi columna de ese día en el que, entre otras cosas, decía: «La situación vuelve a hacer actual lo que su tatarabuelo, don Antonio Maura, dijo al Rey Alfonso XIII en el verano de 1923, hace ahora un siglo, al señalar que la situación no tenía salida “mientras la ciudadanía asista impávida a su propia ruina». ¡Qué gran verdad! Cuántas personas tenemos a nuestro alrededor que creen que no va a pasar nada grave. Que cuando llegó Felipe González se pensaba que era el apocalipsis y no tuvo mayor consecuencia, que la victoria de Zapatero tampoco supuso tanto y que esto pasará y no cambiará nada. El problema es que eso es no darse cuenta de cómo se ha dinamitado nuestro sistema constitucional desde el 11 de marzo de 2004.
Esta última semana ha sido la más demoledora desde que se acordó la constitución de 1978. Y quiero resaltar el término «acordó». Porque esa Constitución no fue impuesta a los españoles. Fue redactada por siete políticos, a los que llamamos «padres de la Constitución» en representación de cinco partidos: UCD, PSOE, AP, PCE y CiU. Fue un enorme esfuerzo de consenso. Algo que ahora se desprecia. Rodeando una jornada memorable para la gran Historia de España, la de la jura de la Constitución de la Princesa de Asturias, a la que asistimos el pasado martes, hemos visto cómo el partido del presidente del Gobierno en funciones ha cumplido las expectativas que muchos teníamos y ha ido rindiendo la dignidad nacional a los partidos que quieren finiquitar la Constitución de 1978 y romper España. Con perdón por la inmodestia de la auto cita, recuerdo haber escrito varias veces desde 2018 que España es el único país de Occidente cuyo Gobierno es sostenido por los que quieren destruir la unidad del país que gobiernan. El resultado es exactamente el que estamos viviendo en estos días, el que se vivió el jueves pasado con el acuerdo firmado por el ministro en funciones Félix Bolaños y el golpista todavía inhabilitado Oriol Junqueras. Nótese, por cierto, que Bolaños firmaría como representante del PSOE, claro. Y ¿cuál es el cargo que ostenta Bolaños en el PSOE? Pues el de «secretario para la reforma constitucional y nuevos derechos». Hay que reconocer que la denominación de la ocupación partidista que ocupa desde hace algo más de dos años se la ha tomado con el máximo de seriedad. Va a reformar la Constitución de forma que no la reconozcamos ninguno y que los nuevos derechos sean para una parte de los españoles en detrimento de los demás. Eso es lo que se hace desde el partido de la igualdad. De la amnistía, el referendo, el relator y el perdón de la deuda, ¿qué podemos decir que no se haya dicho ya?
En estas circunstancias, a nadie puede extrañar que la reacción del partido de Puigdemont haya sido echar el freno y no firmar nada todavía. Es tantísimo lo que ha rendido Sánchez que resulta evidente que en este mercado te venden a su madre si resulta conveniente. El prófugo busca ahora otro trofeo para quedar por encima de ERC que ya ha rubricado.
En estas circunstancias sólo queda evocar las palabras de don Antonio Maura y advertir de que esto no tiene remedio «mientras la ciudadanía asista impávida a su propia ruina». Y cada vez pinta peor.
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