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07 de mayo de 2024

HorizonteRamón Pérez-Maura

Jugarte la vida en Barajas

Es muy triste descubrir a estas alturas que tomar un vuelo en Barajas es jugarse la vida por la incompetencia de los controles de seguridad del aeropuerto

Actualizada 01:30

Cuando ustedes lean esto probablemente estaré sobrevolando el Océano Atlántico camino de Washington. Y lo menciono porque habré pasado una vez más los controles de seguridad del aeropuerto de Barajas sobre cuyo mal funcionamiento El Debate lleva días informando.
El martes 21 de noviembre me llamó un íntimo amigo que estaba embarcado en un vuelo de Iberia a Bogotá en clase business. Al poco llegó un pasajero que se sentó muy cerca de él. Era un tipo muy grande, muy alto y apestaba. Claramente llamaba la atención, aunque no lo pretendiera. Una azafata le pidió su tarjeta de embarque. Dijo que no tenía. Le pidió su pasaporte: dijo que tampoco tenía. Mi amigo, que es un antiguo periodista de mucho prestigio –incluso ha ganado el premio Rey de España de periodismo–, me llamó para contarme lo que acababa de ocurrir. Era una noticia relevante.
Desde El Debate pedimos a nuestro reportero Nacho Abad que averiguase qué había ocurrido y se publicó una primera crónica en la que había una flagrante mentira de la Policía: «El polizón apareció, según relatan fuentes policiales a El Debate, dentro de una de las naves. El hombre, del que se desconocen más datos, estaba dentro del avión al salir de talleres». Falso de toda falsedad. Pero supongo que era más conveniente contar la milonga de los talleres para no reconocer la gravedad de los hechos: que se coló por todos los controles que hay que pasar antes de subir a un avión. Esos controles en los que menos quedarnos desnudos –y todo se andará– tenemos que permitir que nos revisen hasta el alma. De hecho, otra pasajera de business class confesó que el polizón había embarcado inmediatamente detrás de ella.
Como se coge antes a un mentiroso que a un cojo, tres días después y también en la terminal 4S de Barajas la misma persona intentaba embarcar en un vuelo a Bogotá de la compañía Avianca. Esta vez también pasó todos los controles sin pasaporte ni tarjeta de embarque. La Policía no pudo volver a decir que se había colado en el avión en la zona de mantenimiento.
Desconozco qué interés se habrán tomado las autoridades colombianas en estos incidentes. Yo que ellos lo investigaría porque es evidente que este árabe quería entrar en Colombia sin ser detectado. Y les aseguro que, si puedes pasar todos los controles de embarque en Barajas sin la documentación imprescindible, pasar los de desembarque en Bogotá es una filfa.
Desde los atentados terroristas del 11S viajar se ha convertido en un proceso desagradable en el que además hay criterios dispares en distintos países. En algunos aeropuertos italianos ya no te piden ni sacar los aparatos electrónicos del equipaje de mano. En unos arcos de seguridad pitas como si fueras una ambulancia y con exactamente la misma ropa y calzado en otro no suena nada. Todo eso lo aceptamos resignadamente y por eso es tan grave lo que ha ocurrido en Barajas. Porque esto implica que la seguridad sólo sirve para molestar a los pasajeros, pero no para impedir que se cuele un terrorista en el avión. Es muy triste descubrir a estas alturas que tomar un vuelo en Barajas es jugarse la vida por la incompetencia de los controles de seguridad del aeropuerto.
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