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08 de mayo de 2024

HorizonteRamón Pérez-Maura

Cataluña se suicida

Que los organizadores del mundial automovilístico escojan Madrid sobre Barcelona es una muestra empírica de que unos lo están haciendo muy bien y otros no tan bien tirando a peor. Con su pan se lo coman

Actualizada 01:30

La decadencia de cualquier comunidad suele ser progresiva. Hay sociedades como la argentina que se han pasado los últimos cien años en un proceso de decadencia que en algunos momentos ha sido suave y en otros un verdadero despeñadero. Y en circunstancias como ésa acaba apareciendo un mesías que promete poco menos que lo imposible. Eso lo estamos viendo en estos momentos en el país suramericano.
A Cataluña todavía no le ha llegado su Milei, pero no sería extraño que acabase ocurriendo por la forma en que el independentismo está consiguiendo llevar a esa tierra a una decadencia de la que será muy difícil recuperarse. Y como referencia histórica tenemos el uso de la ley para beneficiar a Cataluña en industrias como la del textil. En los últimos años hemos visto desde el Gobierno el intento de frenar la ventaja que ha logrado el puerto de Valencia frente al de Barcelona en justa lid de libremercado. Ahora vemos en otros ámbitos cómo la incompetencia catalana tiene que ser compensada desde el Gobierno de la nación presionando a las empresas que se fueron de Cataluña en octubre de 2017 para que regresen allí. Esas empresas se fueron huyendo del giro político dado en Cataluña con la declaración de independencia y el falso referendo. Y como la cosa ha ido a peor con el Gobierno y el PSOE cediendo todo, ahora comprenden que para poder recuperar la presencia de un sector sin el que su añorada independencia es absolutamente imposible, lo que van a intentar es forzar de alguna manera la vuelta de las grandes corporaciones catalanas como la Caixa o el Banco Sabadell. Yo dudo que lo consigan, pero lo que me parece relevante es ver cómo les presionan desde el Gobierno obedeciendo a Puigdemont.
Esta decadencia me viene a la cabeza en el momento en que se anuncia que Barcelona pierde el Gran Premio de Fórmula 1 a partir de 2026. Sánchez y Puigdemont todavía no tienen sobre los organizadores de la carrera el ascendente que tienen sobre los gestores de las empresas de origen catalán domiciliadas hogaño en otras partes de España, así que dudo que les hagan cambiar de idea. Pero ésta es una muestra excepcional de la decadencia de una región que lo ha tenido todo, que ha triunfado internacionalmente y que ahora ve cómo su gran rival, Madrid, le sobrepasa también en esto. Realmente no se puede hacer peor.
Quede muy claro que no tengo la más mínima afición a la Fórmula 1 y que un circuito urbano me parece algo atroz. Bien es verdad que este circuito no va a ser exactamente por el centro de la ciudad. Más bien será en el extrarradio entorno a IFEMA. Aunque me echo a temblar pensando que hasta hace tres años y durante dos décadas yo he vivido precisamente en ese entorno de IFEMA. Lo que sí aprecio y mucho es la generación de riqueza que crea un evento como la Fórmula 1 con todo lo que la rodea. Y que los organizadores del mundial automovilístico escojan Madrid sobre Barcelona es una muestra empírica de que unos lo están haciendo muy bien y otros no tan bien tirando a peor. Con su pan se lo coman. Cuando uno se empeña en suicidarse, es casi imposible impedirlo.
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