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30 de abril de 2024

GaleanaEdurne Uriarte

Comunistas a puñaladas

Yolanda besa mucho, pero apuñala igual o más que Pablo, como bien han comprobado Ione, Irene y compañía. Y solo hay ganador claro en esta batalla, el PSOE

Actualizada 01:30

Yolanda Díaz y Pablo Iglesias, como todos los comunistas modernos, tienen la llamativa peculiaridad de que hablan más que nadie de democracia y participación ciudadana, mientras mantienen organizaciones estrictamente jerarquizadas y autocráticas, donde se llega y se manda a golpe de imposición y de purga. Veremos quién resulta ganador de la batalla salvaje en la que están embarcados. Y algo parecido está pasando en Francia con los Insumisos de Mélenchon y su coalición, y los del Die Linke alemán, a los que les ha salido una escisión que pide volver al comunismo clásico de la clase trabajadora y dejarse de tanta ecología, feminismo y movimiento woke.
Lo asombroso de los comunistas españoles es lo lejos que han llegado imponiendo su lenguaje y su discurso. Comenzando precisamente por esto, por llamar democracia y participación a lo que han sido cesarismo y represión interna. Primero, la de Pablo Iglesias, que ha puesto y quitado a quien le ha parecido, incluidas sus parejas, en un estilo casposo muy propio también del comunismo. Pero al menos con un notable nivel intelectual, porque hay que reconocerle a Iglesias que es el principal inspirador y líder de la transformación y modernización del comunismo a partir del movimiento Podemos.
Cometió el error de nombrar a Yolanda Díaz, la besucona, una líder que, si fuera hombre, ya estaría procesada por algún juez, como lo está Rubiales, el otro besucón más conocido de España. Ahora también le persigue la Federación inglesa, «por besar con fuerza a unas jugadoras». Supongo que algo parecido a esos achuchones de Yolanda Díaz a un sinfín de hombres españoles, que no solo no le han perjudicado, sino que, entre beso y beso, ha logrado el sorprendente objetivo de convertirse en la jefa de la extrema izquierda, a pesar de sus limitadas capacidades políticas e intelectuales.
Y lo ha hecho, además, con otro logro propio del comunismo español, y es que nadie hable de su comunismo. Yolanda Díaz, fiel militante del Partido Comunista y admiradora de toda su barbarie histórica, hasta ha logrado transmitir la idea de que ella es la extrema izquierda avanzada y moderna frente a la retrasada, que sería la de Pablo Iglesias. Cuando todos ellos representan exactamente lo mismo, el comunismo adaptado a la España actual, que significa, además de anticapitalismo y autoritarismo, la evitación de la palabra comunismo y su sustitución por democracia, que queda más moderno.
Hasta han conseguido que nadie o casi nadie hable de Gobierno socialcomunista, porque, claro está, ¿cómo se atreve usted a llamar comunistas a los comunistas? Llámeles progresistas o demócratas, que es lo que a ellos les gusta. Y así hemos llegado a esto, con una comunista al frente de la extrema izquierda desde 2021 a la que solo una vez en dos años un periodista le ha preguntado por su militancia comunista. Como si fuera perfectamente demócrata y avanzado ser comunista, o fascista o nazi, aunque tengo la impresión de que de estas dos últimas ideologías sí le habrían preguntado.
No hay diferencia ideológica alguna entre los protagonistas de esta batalla, ni siquiera de estilos de poder. Porque Yolanda besa mucho, pero apuñala igual o más que Pablo, como bien han comprobado Ione, Irene y compañía. Y solo hay ganador claro en esta batalla, el PSOE. El casi sorpasso de Pablo Iglesias al socialismo en 2015 y 2016 es historia, y el PSOE tendrá mucho que negociar en el Congreso con las dos facciones, pero poco de lo que preocuparse electoramente con esta extrema izquierda dedicada a autodestruirse.
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