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02 de mayo de 2024

HorizonteRamón Pérez-Maura

¡Qué bajo hemos caído!

Pretender hacernos creer que todo está en orden es tomarnos por idiotas. Pero eso tampoco tendría nada de raro porque es el trato que este Gobierno da a los españoles de forma habitual

Actualizada 18:48

Resulta inverosímil ver a los ministros de Defensa y Exteriores explicando lo buenísimas que son nuestras relaciones bilaterales con Estados Unidos en el punto y hora en que se ha sabido que en septiembre fueron detenidos dos agentes del Centro Nacional de Inteligencia que habían sido captados por Washington para venderle información de nuestro Centro. Quizá de todo lo que he leído sobre este asunto lo que más me sorprende es que nadie parece querer valorar con franqueza lo que este espionaje representa. Que, en contra de las palabras de nuestra ministra de Defensa, Margarita Robles, que dice que «Estados Unidos y España son países amigos, socios, aliados» Washington no se fía de España. Porque captar agentes secretos del país ante el que se está acreditado para que traicionen a su país es una acción incuestionablemente hostil. No tiene nada de raro hacer eso con países enemigos, pero nunca con aliados. ¡Qué bajo hemos caído en su consideración!
Hubo un tiempo en que el presidente del Gobierno español era recibido varias veces en una legislatura por presidentes de esa gran nación. Recuérdese el caso de José María Aznar y la estrechísima relación que alcanzó con el demócrata Bill Clinton y con el republicano George W. Bush. Ya estamos viendo que Sánchez ni con el republicano Donald Trump, vade retro, Satana, ni con el demócrata Joe Biden. Y tan es así que a diferencia de lo que hacía la inteligencia norteamericana en tiempos de Aznar, cuando ofrecía todo tipo de información y seguimientos de etarras que en algún caso permitió la detención de un asesino, el mismo día que perpetró un crimen en Madrid, cuando se bajaba de un tren en San Sebastián, ahora los servicios norteamericanos a quien espían es al Gobierno español. No paramos de mejorar.
La embajadora norteamericana, Julissa Reynoso, ha empleado la excusa habitual de «yo de esto no sabía nada» y ha dicho que eso era un programa puesto en marcha por la anterior Administración. La del malvado Trump. Hombre, considerando que Biden llegó a la Casa Blanca hace 35 meses, dejémoslo en 32 meses cuando España detuvo a los agentes del CNI y denunció la actuación de los agentes americanos, dice muy poco del control político de esos servicios. ¿Puede alguien creerse que no hay nadie en la Administración Biden que controle la labor de sus espías y que se entere de que se está espiando a un país «amigo, socio, aliado»? No sé si Reynoso salvará la cara de la Administración Biden en cuanto a la relación bilateral con el Gobierno Sánchez. Pero el lugar en el que deja a su Administración en cuanto al control de sus agencias es perfectamente descriptible. Por eso es una excusa increíble.
Por supuesto que la prensa al servicio del sanchismo va a considerar éste un asunto menor y que las relaciones bilaterales siguen siendo inmejorables. Pero la realidad es que cuando ocurre un incidente de esta gravedad lo que se pone de manifiesto es que algo va muy mal. Y lo que yo creo que ha ocurrido es algo tan sencillo como que la administración norteamericana espía a España porque España es el único aliado de los Estados Unidos que tiene cinco ministros comunistas en el Gobierno. Y así, pretender hacernos creer que todo está en orden es tomarnos por idiotas. Pero eso tampoco tendría nada de raro porque es el trato que este Gobierno da a los españoles de forma habitual.
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