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02 de mayo de 2024

Pecados capitalesMayte Alcaraz

Pista a la ministra, médica y madre

La propuesta más delirante de la titular de Sanidad es pedir a los empresarios que permitan que todos nos automediquemos en casa

Actualizada 01:30

Que Dios nos coja confesados. O que nuestros presidentes autonómicos acierten. Porque la epidemia de gripe y otros virus respiratorios, y el repunte de la covid, ha llegado con lo peorcito que se despacha en ministra al frente de Sanidad. A la admirada Mónica García –MInistra, MÉdica y MAdre–, le ha pillado este marrón tuiteando sobre lo malos que son los empresarios porque no son más sensibles con los trabajadores en esta mala hora. Esperemos que no le pase como al inefable Salvador Illa, que llegó al departamento para pasar un buen rato y de paso hacerse con un nombre para la candidatura a la presidencia catalana, y terminó gestionando pésimamente la mayor crisis sanitaria de los últimos años. Cartelito se hizo, pero su triunfo en las autonómicas solo sirvió para que se haya convertido en chico de los recados de Pere Aragonés.
El mismo esquema opera ahora para la demagoga Mónica. Una vez que destroce la Sanidad española y entorpezca la labor de las Autonomías, volverá a Madrid para ver si araña unos votitos más y pone en peligro la mayoría de Ayuso. En lugar de darse con un canto en los dientes por haber convertido al PSOE en tercera fuerza política en Madrid, Yolanda quiere doblar la apuesta con esta sectaria licenciada en Medicina. Sin embargo, mucho me temo que ni el Ministerio de Sanidad le va a reportar una buena imagen ni nuestra rutilante médica tiene mucho que aportar que no sea su chatarra verbal habitual.
Lo cierto es que, como cabía esperar, las Autonomías le han madrugado a la ministra la iniciativa. Cuando ya la presión en el sistema sanitario era alarmante, ha despertado la lideresa madrileña de Sumar de su letargo navideño para convocar un consejo interterritorial al que llegó sin un solo consenso previo y sin proporcionar la documentación necesaria a los consejeros de Salud hasta quince minutos antes de la reunión. Impondrá hoy la mascarilla en los centros de salud, iniciativa básica que puede estar justificada, pero ¿hacía falta esperar a que la ministra terminara con el turrón cuando ya se sabía que el invierno tiene la buena costumbre de asomar el hocico en estos días con los más altos picos de contagio de virus respiratorios?
Y hay más y peor: la propuesta más delirante de la titular de Sanidad es pedir a los empresarios que permitan que todos nos automediquemos en casa. Nada de ponerse a arreglar la atención primaria, hoy colapsada, ni a organizar con las comunidades las reposiciones de personal médico. No. El gran hallazgo de la ministra es nombrarnos a cada uno de nosotros doctor de pacotilla y, simultáneamente, fomentar el absentismo laboral. Un nuevo patinazo más en su nutrida biografía política. Todavía recordamos el feliz día en que se le ocurrió pedir la dimisión del número dos de Ayuso, Enrique Ossorio, por cobrar el bono social térmico y esa misma tarde conocimos todos que García también recibía esa ayuda, al parecer solicitada por su marido, porque tanto el hogar de la hoy ministra como el de Ossorio cumplían con el requisito de ser familias numerosas.
El ridículo ecuménico de la forradísima Mónica (que disfruta de un pisazo en el Retiro que ya le gustaría a la derecha oligarca, como diría ella), que tuvo que devolver 13.000 euros que había cobrado como parlamentaria autonómica porque los había percibido estando de baja como médica, no ha hecho más que aumentar desde que, en el ejercicio del transfuguismo tan propio de sus lares, dejara plantados a los de Podemos para irse con Errejón a su estrenado partido; tiempo en el que nos sorprendió con aquel tirito gestual, tan escasamente hipocrático, que le dedicó al consejero del PP Javier Fernández-Lasquetty.
Ahora que los españoles están preocupados por la saturación de las urgencias, Mónica ha dado órdenes a las televisiones del régimen de que aburran al personal con repetidas imágenes de los hospitales –madrileños, claro, y algún andaluz– para demostrar lo mal que están gestionados. Y cuando se le pregunta por esa gran promesa de reducir las listas de espera, que repetía como un mantra mientras jugaba a ser el azote madrileño, ahora responde –como el otro día en la Ser– que está en ello.
Ya sabe que lo más rentable es afanarse en la propaganda. Lo del Ministerio de Sanidad, arreglar nuestro sistema (dentro de sus limitadas competencias), es solo una excusa; controlar los estragos de la epidemia de gripe y veremos si de covid, si eso, que lo hagan otros. Daños colaterales en su aspiración final: tumbar a Isabel Díaz Ayuso. Como decía Rajoy de Sánchez, pista a la artista.
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