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05 de mayo de 2024

Pecados capitalesMayte Alcaraz

¿Y tú me lo preguntas? Xenofobia eres tú

Echar en un mismo cóctel inmigración y Ayuso se convirtió enseguida en la mejor bebida alucinógena para el orfeón sanchista

Actualizada 01:30

No hay día en el que los ministros de Pedro Sánchez y sus portavoces -maquillados de analistas políticos- se priven de hincar sus colmillos en la curtida piel de Isabel Díaz Ayuso. Horas y horas de televisión para enfrentar a la presidenta con Núñez-Feijóo, al que dicen que marca el paso con su discurso radical, pero cuando más se relamen es pensando en poder despedazarla mordiendo sus declaraciones. La penúltima ha sido una intervención en la que Ayuso, presente en Alcalá de Henares, denunciaba la lamentable y trapacera gestión migratoria del Gobierno, que por la mañana pacta con un partido xenófobo que quiere tirar al mar como lastre a los extranjeros en Cataluña y por la noche envía de tapadillo a cientos de seres humanos, como si fueran mercancía, para que el alcalde de turno los hacine en carpas improvisadas -hasta 1.300 personas, en la ciudad de Cervantes.
Esta vez le ha tocado a la alcaldesa Judith Piquet, que cometió el pecado político de desalojar democráticamente a uno de los peores regidores que ha tenido la ciudad alcalaína, el socialista Javier Rodríguez, investigado por prevaricación y premiado por Pedro Sánchez por su descalabro en la ciudad universitaria con un escaño en el Congreso. Así que había que dar un correctivo a la nueva alcaldesa. Qué mejor que traer en aviones desde El Hierro una ola de inmigrantes procedentes del Magreb, del África subsahariana y hasta de El Líbano, sin aviso previo, sin coordinación alguna y con la política de hechos consumados para que no pudiera reaccionar. Ante esa situación, a la presidenta de la Comunidad se le ocurrió hacer público que, en medio de este caos perfectamente evitable, ya se habían producido reyertas graves y que se estaban investigando agresiones sexuales a mujeres del municipio, tras denuncias documentadas de las víctimas.
Echar en un mismo cóctel inmigración y Ayuso se convirtió enseguida en la mejor bebida alucinógena para el orfeón sanchista. El primero en abrir la barra fue el delegado del Gobierno en Madrid, Francisco Martín, recordado por haber verbalizado uno de los mensajes más vomitivos de la democracia: «Bildu ha hecho más por España y los españoles que los patrioteros de pulsera». Pues este soldado monclovita, colocado por Félix Bolaños para ponerle cáscaras de plátano a Ayuso, mandó a Alcalá a cientos de seres humanos llegados a España para encontrar una vida mejor, con el objetivo de esconder las vergüenzas del Estado y pasarle el marrón a una presidenta y a una alcaldesa del PP; y a los habitantes de esa localidad.
Y el mismo que causa el lío para ganarse el favor de Coalición Canaria y que siga regalando su voto a Sánchez en el Congreso, se hace una tournée por platós amigos para llamar racista a quien está denunciando lo que solo es la punta del iceberg: primero la falta de responsabilidad de un Gobierno al que le quema un asunto del que solo le interesa su derivada propagandística y luego el aumento de violencia generada en el municipio y que el delegado puede cotejar con solo preguntar a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, que curiosamente dependen de él.
Misión cumplida. Ruido han hecho, al PP lo han vuelto a vincular con las políticas xenófobas, pero ahí sigue el meollo de la cuestión: la falta de respuestas para los pobres seres humanos que malviven en los campamentos, lo que les hace escapar y buscarse la vida fuera, provocando una preocupación absolutamente entendible en muchos vecinos de Alcalá y, una clave no baladí, el apoyo implícito a las mafias que abusan de ellos. Ya habíamos visto cómo Bolaños se colaba en una fiesta del 2 de mayo sin invitación, cómo Mónica García quería usar las mascarillas para confrontar con la que es su peor pesadilla, la presidenta madrileña, pero nos quedaba ver cómo la vida de miles de personas y la tranquilidad de los alcalaínos también se utilizaban como munición política para quienes no logran ganar la carrera electoral en Madrid ni atando de pies y manos a Ayuso.
Un consejo: Sánchez debería nombrar ministro de Inmigración a Jordi Turull, que tiene las mejores recetas para acabar de raíz con el problema.
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