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02 de mayo de 2024

Post-itJorge Sanz Casillas

La vida en la sanchosfera

En la sanchosfera los ladrones persiguen a los policías mientras los periodistas asienten y felicitan a Mertxe Aizpurua (Bildu) por su buen trato con la prensa

Actualizada 01:30

Este domingo, al mismo tiempo que en Madrid se manifestaban 70.000 personas contra la amnistía y a favor de la igualdad entre españoles, se viralizaba un vídeo de Pedro Sánchez en el que aseguraba que existe una «fachosfera» que insulta, polariza y genera un clima de desconfianza para «derrocar» al Gobierno.
Reconozco que me di por aludido, toda vez que me gustaría ver a Sánchez fuera de la presidencia. Lo asumo con deportividad: no he venido aquí a ser equidistante ni a hacerme perdonar por la izquierda que se encama con malversadores y proetarras para impedir la necesaria alternancia en el poder. Quiero a Sánchez fuera no ya por su gestión de la cosa común, que es muy discutible, sino por su forma de estar en la vida. Poner a los que pensamos distinto el crotal de «fascista» denota un sentido de la democracia bastante siniestro. Un concepto de la convivencia que cristaliza en que, entre los amigos de Ortega Lara y los de Arnaldo Otegi, siempre elige a los de Otegi.
Al final, vivir en la sanchosfera es bastante más cansado que hacerlo en la fachosfera. El sanchismo es la confirmación no ya de que el poder corrompe, sino de que los corrompidos tienen más opciones de alcanzarlo porque carecen de los frenos morales que a mí me impedirían subcontratar una tesis doctoral o firmarme un libro (o hasta dos) que no haya escrito yo mismo. A mí de Sánchez, mucho más que su política del subsidio, sus impuestos y su querencia a la mentira, lo que me enerva es su aluminosis moral. El martes fue tristísimo ver al ministro de Justicia implorarle a Junts que se dejase amnistiar por los delitos cometidos (terrorismo incluido). Pero sobre todo fue repugnante ver a Oriol Junqueras dar ante la prensa lecciones de democracia sin que nadie le hiciera ni media pregunta incómoda. Junqueras, que tengo entendido que es cristiano practicante, hizo carrera en esto de la política a fuerza de malversar y azuzar el odio entre vecinos. Sin embargo, en la sanchosfera los ladrones persiguen a los policías mientras los periodistas asienten y felicitan a Mertxe Aizpurua (Bildu) por su buen trato con los medios. Aizpurua, sí, que tenía 37 años y responsabilidades en el diario proetarra Egin cuando titularon «Ortega vuelve a la cárcel» para anunciar la liberación Ortega Lara, al que la ETA tuvo 532 días metido en un zulo de 1,80 por 2,50 metros.
Esto es la sanchosfera, por resumirlo mucho, un lugar donde los principios morales se han invertido o se han perdido. Se conduce por la izquierda y el xenófobo te llama «fascista». Por tanto, planteadas así las cosas, entre sanchosfera y fachosfera, no lo dudo: fachosfera.
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