Fundado en 1910

03 de mayo de 2024

Vidas ejemplaresLuis Ventoso

Cómo pasar de la Fachosfera a la Tiranosfera

Todos podemos convertirnos en unos buenos ciudadanos «progresistas» si observamos unas sencillas normas

Actualizada 12:15

Nuestro providencial presidente del Gobierno y el admirable y mesurado coro mediático que lo secunda vienen alertando, con razón, sobre la existencia de una peligrosísima Fachosfera, que amenaza a la nación de naciones confederal y plurinacional (eso que los fachoesféricos llaman todavía «España»). Dado el valor de la palabra de nuestro presidente y su innegable autoridad moral, ningún ciudadano en su sano juicio quiere formar parte de tan nefanda Fachosfera. Por fortuna, salir de ese pozo y pasar a la Tiranosfera del sanchismo, donde impera el poder arbitrario del líder, no es tan difícil. Todos podemos convertirnos en buenos «progresistas» observando 20 sencillas normas:
1.- ¿Cuál es el primer indicio de que uno es un buen progresista? En efecto: el lenguaje inclusivo. No hay que relajarse nunca, ni siquiera en el ocio. Si se va a una librería, nada cuesta pedir «una libra» en vez de «un libro» cuando la autora en cuestión es una mujer; o llamar «dentisto» al «dentista» si resulta ser un gachó. Son pequeños gestos, pero ayudan a la igualdad de todas y todos.
2.- España no existe. Un buen progresista de la Tiranosfera sabe que es un invento de Franco. Hable usted siempre de «el Estado», o «la confederación española», o de «la cosa esa». Llámele como quiera, pero nunca cite la embarazosa palabra «España».
3.- La sanidad pública ha sido desmantelada por la derecha. Da igual que aquí se hagan gratis las más complicadas operaciones quirúrgicas, que se abran constantemente nuevos hospitales, o que de hecho el servicio que ofrece la sanidad pública sea ya un agujero sin fondo. Un buen «progresista» sabe que allí donde gobiernan «la derecha y la ultraderecha» toda ha sido arrasado y solo quedan onerosas clínicas privadas, tipo Houston, la Mayo y los Cedros del Sinaí, a las que solo pueden ir a los ultrarricos.
4- Un buen progresista sabe que un abalorio indígena tiene mucho más valor que un cuadro de Velázquez y que el Imperio Español fue un ejercicio de puro exterminio (a pesar de que en la colonización anglosajona los indios acabaron diezmados y encerrados en reservas, mientras que la monarquía española les reconoció sus derechos desde el principio y ahí siguen).
5.- Un buen progresista sabe a ciencia cierta que Dios no existe –porque lo dice él–, que todos los clérigos son sospechosos de abusos sexuales mientras no demuestren lo contrario y que el ateísmo y la negación de unos principios morales superiores crea ciudadanos más honestos y bondadosos. El buen progresista debe lamentarse también de que en España nacen pocos niños al tiempo que ejerce de hooligan del aborto.
6.- El buen progresista cree que Almudena Grandes es mejor que Cervantes, Tolstoi y Shakespeare juntos. Y desde luego, Almodóvar o Los Javis superan de tacón a Rossellini, Howard Hawks y Kubrick.
7.- El buen progresista tiene que mostrarse entusiasmado con la homosexualidad y, a ser posible, portar algún abalorio arcoíris. Por ahora practicar no se considera obligatorio (pero todo se andará).
8.- El buen progresista cree que el dinero público «no es de nadie», que crece en los melocotoneros; que los beneficios de las empresas son «obscenos», que el que levante un poco la cabeza esforzándose debe ser abrasado a impuestos y que el mejor empresario es aquel bien vigilado y maniatado por el poder colectivista.
9.- El buen progresista cree a pies juntillas que «lo público funciona mejor que lo privado». Lo sostiene incluso después de viajar en un tren de Renfe de 2024, que fallan más que una escopeta de feria.
10.- El buen progresista cree que un fugitivo golpista y xenófobo es un demócrata perseguido por el aberrante «Estado español»; que Otegui es «un hombre de paz» y que Maduro no es todavía más demócrata de lo que es solo porque la perfidia occidental se lo impide.
11.- El buen progresista predica la igualación a la baja. Pero le gusta vivir como un rajá.
12.- Al buen progresista le encantan palabras pedantes como «el relato», el «constructo», «monomarental», «la resiliencia». Para progresar en la Tiranosfera sanchista es menester salpicar la conversación con los pertinentes palabros.
13.- El buen progresista vive agobiado por la «emergencia climática» y cree que existen pruebas impepinables de que se aproxima un apocalipsis… aunque solo hay registros fiables desde hace 146 años y a pesar de que los cambios climáticos ya estuvieron presentes en el fin del Imperio Romano (que ya ha llovido).
14.- El buen progresista cree que todo aquel que no piense como él es una suerte de orangután poco evolucionado que ha de ser encerrado tras un cordón sanitario.
15.- El buen progresista cree que recibir cada día a centenares de extranjeros de culturas diferentes a la nuestra, que no saben el idioma, que llegan de manera ilegal y que carecen de formación no va crear problema social alguno. Hasta que le tocan en su vecindario.
16.- El buen progresista ha de repetir como un papagayo que «respetamos, por supuesto, todas las decisiones judiciales». Pero acto seguido les dará unos sopapos dialécticos épicos a aquellos jueces que con sus legítimas resoluciones puedan crearle problemas al líder de la Tiranosfera.
17.- El buen progresista solo lee el periódico global y se informa con su radio y con las televisiones al rojo vivo. Fuera de esas biblias del progreso todo es el Mordor de la Fachosfera, donde solo escriben y hablan ignorantes, machistas enfermizos y fanáticos patológicos.
18.- El buen progresista cree que cualquier chuminadilla «con mensaje» de Netflix supera con creces a John Ford y que «Zorra» es «más divertida», y además «más feminista», que una cantata de Bach.
19.- El buen progresista es muy ecologista, pero en cuanto ha reunido algo de pasta –muchas veces heredada de sus padres y abuelos de la Fachosfera, que curraron como chinos– lo primero que hace es comprarse un todoterreno tipo tanque para bajar al súper.
20.- El buen progresista cree que el vasco, el catalán, el gallego y el bable son enormes tesoros culturales, que hay que proteger con leyes intrusivas y dilapidando centenares de millones, pero el español es un oprobioso corsé que deforma la mente de los niños y convierte a quienes lo hablan en potenciales integrantes de la Fachosfera.
Ya ven: salir del error y pasar de la Fachosfera a la Tiranosfera del providencial presidente Sánchez Pérez-Castejón es sencillo. Basta con estas sencillas pautas.
Comentarios
tracking