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10 de mayo de 2024

LiberalidadesJuan Carlos Girauta

Illa como sobrecoste

Illa ejemplifica o representa aquello que, manteniéndose en las pautas genéricas de la historia del PSOE, lo particulariza. La razón es que pertenece a otro partido, el PSC, la formación nacionalista que acabó pudriendo al segundo PSOE

Actualizada 18:07

En lo más hondo de nuestra congoja, cuando veíamos caer a familiares y amigos, el ministro de Sanidad pudo comprar respiradores a 1.724 euros la unidad. Pero se prefirió colocar a un intermediario ajeno al sector –una empresa de armas– con lo que el precio subió. No subió lo que se esperaría de un comisionista (que tampoco hacía falta porque Illa había decidido en primer lugar comprar directamente al fabricante). Subió mucho más: a 5.959 euros la unidad, casi tres veces y media el precio original. Eso a cambio de nada, de ponerse en medio, de molestar. Otra forma de verlo: en vez de comprar cinco mil respiradores se podría haber comprado más de diecisiete mil por el mismo precio.
Illa cree haber gestionado tan bien la peste que hasta escribió un libro al respecto: El año de la pandemia. Debió titularlo El golpe, que evoca estafa y cambio de régimen. Una corrupción con dos caras es el sanchismo. En una está lo desalmado, en otra lo divisivo. Resuena una tradición: cuando las checas de Madrid, el socialista Agapito García Atadell asesinaba por ideología a los maridos mientras robaba por codicia a sus viudas. Era multitarea. Corriendo el tiempo, se identifican ciertos patrones. Si ve usted de repente un partido socialista abrazado a los separatistas, levantando un muro moral entre su frente popular y la derecha, negándole a esta legitimidad para gobernar, pisoteando la Constitución, amenazando a los jueces, amnistiando a locos indeseables que han dado un golpe de Estado separatista en Cataluña, y blanqueando a los comunistas… reconocerá por fuerza algunos patrones. Son demasiado evidentes para que se le escapen. Tendría que ignorar la historia contemporánea de España. Más allá de que ahí podría residir una razón principal para no enseñar historia en la escuela, para sustituirla por el adoctrinamiento, el hecho es que ya sabemos cómo acaba el cuento. Por eso este cuento hay que detenerlo ya. Cada día que pasa con los conocidos patrones desplegándose estamos más cerca del abismo.
Illa ejemplifica o representa aquello que, manteniéndose en las pautas genéricas de la historia del PSOE, lo particulariza. La razón es que pertenece a otro partido, el PSC, la formación nacionalista que acabó pudriendo al segundo PSOE. Situémonos: el primer PSOE es el de Agapito García Atadell; el segundo es el que Felipe González creó con el auxilio de varias potencias occidentales y de un ala del franquismo final. Agarró unas siglas muertas e hizo el milagro. El tercer PSOE es el de Sánchez, que se espeja en el primero, guerracivilista, pero hereda del segundo el ascendiente del PSC, tipos que, sin valer nada, se hinchan como la rana de la fábula. Y ponen intermediarios. El PSC es un sobrecoste que pagó el segundo PSOE y sigue pagando el tercero. Illa mismo es un sobrecoste, y los sobrecostes no le gustan a nadie. Por eso lo han castigado enviándolo a Cataluña, a inclinarse ante los golpistas. ¡El entrista de Sociedad Civil Catalana! Me parto.
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