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LiberalidadesJuan Carlos Girauta

Nos vemos en las calles

Pero la ratio entre extranjeros y españoles condenados por esos delitos es mucho mayor, espectacularmente mayor que la ratio entre extranjeros y españoles en el conjunto de la población. Busca tú el dato, tío. La brutal desproporción es un hecho, no es opinable

Actualizada 01:30

La primera obligación del Estado es proteger las vidas y haciendas de los ciudadanos. Concretando más, tal protección, más que una obligación, es el sentido mismo del Estado. Desde siempre. Desde antes de que existieran ciudadanos, cuando solo había súbditos. Es su sentido en el mito fundacional del contrato social que justifica la renuncia a parte de nuestras libertades. Y no aludo al mito rousseauniano, sino al que dibujó Thomas Hobbes más de un siglo antes. Si la razón de ser del Estado, su sentido nuclear e irreductible, es la protección de vidas y haciendas de los que pagan el tributo de parte de su libertad (amén de otros tributos que solo pagamos una parte del sujeto pueblo), la inevitable conclusión es que este Estado ha perdido su sentido, y nuestras cesiones de libertad su justificación.

La inseguridad crece y tiene unos rasgos determinados. No hay maquillaje estadístico u ocultación periodística que pueda borrar el impacto de las imágenes que a diario muestran las redes sociales. Por eso los gobiernos europeos del gran consenso, el gobierno británico y el gobierno estadounidense dedican tantos esfuerzos a censurar las redes sociales, a amenazar (¡a encarcelar!) a sus usuarios y a acosar a sus propietarios. Pretenden que todo pase el visto bueno de un establishment donde el poder político se morrea con el mediático, el financiero y el académico en singular poliamor. Las etiquetas de racismo y xenofobia se adhieren a la piel, al nombre de cualquiera que relacione la inmigración ilegal masiva con el aumento de los delitos violentos, y en especial de los delitos contra la libertad sexual.

Pero la ratio entre extranjeros y españoles condenados por esos delitos es mucho mayor, espectacularmente mayor que la ratio entre extranjeros y españoles en el conjunto de la población. Busca tú el dato, tío. La brutal desproporción es un hecho, no es opinable. Le insultarán por decirlo: la inmigración ilegal masiva es el problema más grave de un país lleno de problemas graves. Repito mi consejo de ayer: no malgasten un segundo en defenderse. La verdad se defiende sola una vez expuesta.

Mira, Pedro: si fueras un presidente legítimo (perdiste la condición), dejarías de serlo ahora por tratar de regularizar (¡gracias, PP!) a 500.000 inmigrantes ilegales, riéndote de los que han cumplido las leyes, y por añadir ahora a 250.000 mauritanos, confirmando una pauta que coincide con los planes de los ingenieros sociales mundiales a los que obedeces, tú sabrás por qué: hay que llenar Europa de musulmanes, deprisa y sin filtros. En África has recordado que España también fue un país de emigrantes. ¡De emigrantes legales, sinvergüenza! Emigrantes con contrato previo, cumplidores de la ley en los países receptores, con los que compartían valores básicos.

Ante la grave peligrosidad de tus políticas, tu violación constante de la ley y tu responsabilidad en la pérdida de sentido del Estado, me declaro completamente libre y ajeno a tus designios. Nada de ti me vincula. Nos vemos en las calles.

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