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HorizonteRamón Pérez-Maura

Napoleonchu, decadencia y caída

Hemos visto a su presidente Alberto Virella, denunciar que «hay una ley de silencio» que lleva a que te «puede venir un castigo sin que se identifique el motivo». Es decir, como en las dictaduras

Uno de mis novelistas favoritos en la literatura universal es Evelyn Waugh, un británico, católico, dipsómano, que hizo en sus novelas un maravilloso retrato de la alta sociedad británica. Yo tuve la suerte de conocer a su hijo mayor, Auberon, cuando establecí una conexión entre The Daily Telegraph -donde él escribía- y ABC donde manchaba las páginas servidor de ustedes. Hicimos buenas migas porque ambos habíamos ido al mismo colegio, Downside. Pero lo más divertido era oírle hablar de su hermano.

Una de las novelas más divertidas de Evelyn Waugh es la primera que publicó Decline and fall, «Declinar y caída» que te cuenta la historia de Paul Pennyfeather, un chico que es expulsado de su Universidad, Oxford, por cruzar corriendo sin pantalones el patio de Scone College después de emborracharse en el Bollinger Club. Pennyfeather que aspiraba a una gran carrera acaba siendo profesor en un colegio privado -a los que con lógica inglesa allí se llama public schools- y ahí descubre que todos los profesores son unos fracasados.

No les destriparé el resto de la novela que es una sátira maravillosa sobre el declinar y caer de Pennyfather, que me ha venido a la cabeza por el momento que vive en su carrera nuestro ministro de Exteriores. Ruego que el lector me disculpe la prepotencia de hacer una auto cita. Pero en esta hora en que la degradación del ministro es tan evidente ante sus compañeros de la Carrera Diplomática y ante todos los españoles, creo que no está de menos recordar el primer artículo en el que me referí -con ese título- a Napoleonchu. Fue el 2 de enero de 2022 -hace más de tres años y en él decía cosas como las que siguen;

«José Manuel Albares Bueno (Madrid, 1972) lleva hoy cinco meses y 21 días al frente del Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación y cuentan los que allí prestan sus servicios –en Madrid o en cualquier otro punto del planeta– que la tiranía con la que trata al personal es propia de alguien que tiene algún problema. No diré yo cuál porque no tengo ganas de empezar el año con querellas.

«En toda la Carrera se habla de la bronca que echó el pasado mes de septiembre en América del Norte a un embajador de España delante de su personal. El mismo, que al parecer no es de extrema derecha, [era Agustín Santos, hoy diputado de Sumar en el Congreso] le paró los pies diciéndole que, si quería destituirle, el cargo era suyo, pero que 'no te tolero que me trates así». Albares, que apenas llevaba dos meses en el cargo, se achantó. Eso ya no ocurre. (…)

«El régimen de terror en Exteriores, del que ya hemos hablado en estas páginas, es tal, que la forma despótica con que Albares y [su colaboradora Irene] Rodríguez rigen el Ministerio le ha valido a él, que tampoco tiene una gran estatura, ser universalmente conocido como Napoleonchu.» Lo que El Debate anticipó entonces es hoy de conocimiento universal. Albares ya es Napoleonchu incluso en grandes medios de comunicación internacionales. Algún mérito habrá hecho.

Es difícil provocar una crisis mayor que la que ha generado el inmarcesible ministro de Exteriores sólo por su incompetente, sectaria y egocéntrica forma de gestionar su Ministerio. Es normal que a principios de cada año unos 200 diplomáticos se candidaten para un puesto en el exterior en torno al verano siguiente. Sorprendentemente, en febrero de 2024 se presentaron casi 330. Vamos, había una furia por salir en estampida. Y veremos lo que hay este año.

Como ya se ha comentado aquí anteriormente Napoleonchu no permite ningún discrepante en prácticamente ninguna parte. Todo lo más en un consulado de segundo rango en Etiopía –si lo hubiere. Este sectarismo y este proceder irracional ha llevado a lo nunca visto: esta semana la Asociación de Diplomáticos Españoles, que representa a más del 60 por ciento de los miembros de la carrera, ha tenido que salir con toda su fuerza a denunciar la situación. Hemos visto a su presidente Alberto Virella, denunciar que «hay una ley de silencio» que lleva a que te «puede venir un castigo sin que se identifique el motivo». Es decir, como en las dictaduras. Advierte de la «precariedad de medios» y reconoce que «nunca he sentido que Albares actuara contra mí» –veremos a partir de ahora– y de Albares advierte que «es muy difícil hablar con él, es inaccesible». Y aunque Virella reconozca que no hay pruebas de que un diplomático como Juan González-Barba haya sido destituido como embajador en Zagreb por escribir un artículo laudatorio sobre el papel del Rey, como tampoco se da una razón que justifique la destitución, sólo cabe pensar que fue por eso.

Permítanme decir, modestamente, que algunos llevamos ya bastantes años denunciando lo que está provocando Napoleonchu. Él cuenta con todo el apoyo del presidente del Gobierno. Veremos hasta dónde lleva la deriva internacional del Gobierno de España. Hoy va camino del precipicio. Decline and fall.