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Unas líneasEduardo de Rivas

Negreira sigue presente

El Real Madrid está solo en su cruzada contra los árbitros, que les han impedido sumar siete puntos en los últimos tres partidos

Actualizada 01:30

Dos años se cumplen de que saliera a la luz el mayor escándalo del fútbol español, el hecho de que un equipo de fútbol le pagara millones de euros al vicepresidente de los árbitros durante más de 15 años para conseguir que los colegiados fueran «neutrales» en sus partidos. Como nadie paga por eso, todos sabemos por lo que hicieron y son de sobra conocidos los favores que obtuvieron a cambio. Gracias a ello, no hay un solo título del Barcelona libre de sospecha en los últimos años.

Un bochorno mundial como este sigue sin castigo dos años después. La Federación y LaLiga se agarraron como a un clavo ardiendo a la prescripción del caso para salvar de cualquier forma al Barcelona, ya que es uno de los clubes que más dinero genera. Primero la pasta y, después, la integridad de la competición.

No bastó con mirar para otro lado, sino que tampoco hubo autocrítica alguna. El sistema arbitral sigue controlado por los herederos del vicepresidente que se benefició del club que le quiso pagar, ese que presume de ser «más que un club». Medina Cantalejo y Clos Gómez mandan hoy en el Comité Técnico de Árbitros y ambos, que tuvieron como jefe a Negreira, pitaron en aquella época. No estarán investigados en la causa, pero tendrían que haber sido apartados. Pagarían justos por pecadores, pero ganaría la limpieza del fútbol español. Al fin y al cabo, ¿cómo se le garantiza al aficionado que el sistema no está corrupto si sigue gestionado por los mismos?

Es urgente un cambio en el estamento, algo que lleva años demandando el Real Madrid, incluso antes de que se conocieran los pagos del Barcelona a Negeira. El tiempo le dio la razón y, ahora que el club blanco quiere retomar la campaña, el culpable parece ser quien señala el problema. Los de Concha Espina saben de sobra que están solos en esta cruzada contra los árbitros, que les han impedido sumar siete puntos en los últimos tres partidos. El mensaje es claro: o hay silencio o ganar será casi imposible.

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