Fundado en 1910
Pecados capitalesMayte Alcaraz

Álvaro, el acosado

La decadencia de nuestra democracia se proyecta en nuestro día a día político. Pero la caricatura del jefe del Ministerio Público con esa sonrisa perpetua negando la realidad es un claro ejemplo de la corrosiva falta de talla de los sanchistas más relevantes

Actualizada 01:30

Álvaro García Ortiz ya tiene nuevo móvil. Ayer lo llevó al Senado. El juez del Supremo, Ángel Hurtado, sigue buscando los anteriores aparatos que el fiscal general formateó para borrar todos sus mensajes y comunicaciones aquel 23 de octubre –aunque ayer afirmó que lo hizo dos meses después– en el que conoció que iba a ser investigado por revelación de secretos. Álvaro volvió a demostrar ayer que más que un jurista togado es un fiscal entregado al césar. Llegó al Senado, tras dar largas a la comisión de Justicia en diciembre para evitar hablar de su imputación, con una sonrisa pantojil que no borra de su boca –un homenaje al «dientes, dientes» de la folclórica a Julián Muñoz– y presentó la memoria de la Fiscalía referida a 2023. Que esté siendo investigado el titular del Ministerio público que hace balance de la actuación de la Fiscalía es ya en sí una anomalía indigerible para cualquier Estado de derecho. Que aquel que hace recuento de los delitos perseguidos, de los procedimientos juzgados y del éxito de las actuaciones de la acusación esté incurso en un proceso penal desprende un aroma democráticamente insoportable.

Ayer se llevó una tunda de campeonato de parte de las senadoras Pardo Pumar y Paloma Gómez, del PP y Vox, respectivamente, pero él optó por denunciar que todo lo que hizo fue porque se sintió «acosado» al haberse filtrado sus datos, y por defender que no dimite porque si lo hace «estaría haciendo una concesión a los delincuentes». El desahogo no puede ser mayor: habla de acoso quien acosó con información privilegiada al novio de una rival del Gobierno y no quiere ser delincuente quien se negó a declarar ante el juez como un vulgar chorizo. Pero lo importante es que el fiscal ya tiene un nuevo móvil, diferente de aquel Samsung que borró, desde el que filtrar más información que favorezca a la causa socialista.

La decadencia de nuestra democracia se proyecta en nuestro día a día político. Pero la caricatura del jefe del Ministerio Público con esa sonrisa perpetua negando la realidad es un claro ejemplo de la corrosiva falta de talla de los sanchistas más relevantes. María Jesús Montero, Yolanda Díaz y García Ortiz se pasean delante de nuestras barbas riéndose continuamente no sé de qué. O sí: de nosotros. Es como si tuvieran que demostrar que en la Arcadia feliz del régimen se vive con optimismo cómo pasan las hojas del calendario y el presidente más débil y con menos apoyo social de nuestra historia sigue atornillado al sillón, presto a conceder lo que le pida su casero de Waterloo. En las clases de telegenia pública se insiste siempre en que un buen político tiene que demostrar talante amable y decorar su rostro con una leve sonrisa. Y el fiscal general más deshonroso de nuestra historia reciente se lo ha tomado tan a pecho que ya parece un meme de sí mismo con su sonrisa desahogada.

Gracias a él, está Moncloa que parece un intercambiador del Metro. Al Supremo se van a dirigir en unos días dos altos cargos de Pedro Sánchez. Su exdirector de Comunicación, Francesc Vallès, y la exjefa de Gabinete de su exjefe de Gabinete, Pilar Sánchez Acera. Ninguno de ellos pensó nunca que el móvil de otro ex, Juan Lobato, iba a arrojar tanta y tan elocuente información sobre cómo, los en teoría cargos públicos, trabajaban privadamente para el PSOE y, preferentemente, para acabar con la presidenta de la Comunidad de Madrid, vulnerando los derechos de su novio gracias a la colaboración del fiscal que tanto sonríe.

Del análisis del portátil de Lobato se desprende que Presidencia tenía conocimiento, antes de que trascendiera a los medios de comunicación, del correo que se cruzaron la defensa de González Amador y la Fiscalía, causa por la que García Ortiz tiene más cerca el procesamiento. Cómo olvidar los insistentes mensajes de Sánchez Acera a Lobato para que le arrojara a la cara a Ayuso, en el Pleno de la Asamblea de Madrid, los citados correos.

Ahora, mientras el oprobio llega a las puertas mismas del despacho de Sánchez, para el que todos estos imputados y testigos trabajaron aquel 14 de marzo de 2024, Álvaro, el acosado, puede seguir sonriendo.

comentarios

Más de Mayte Alcaraz

  • La infamia de Pedro y Francina

  • La casa en llamas

  • La infiltrada

  • David se va pero la jueza no

  • Reyes Maroto, la navajita plateá de Aldama

  • tracking