Reyes Maroto, la navajita plateá de Aldama
Óscar López y ella son lo mejor que tiene Moncloa para desalojar a Ayuso y Almeida. Es para echarse a temblar. Que crucen los dedos para no ser imputados, porque menudo tándem formarían desfilando a los juzgados mientras preparan mítines electorales
No perdamos de vista a Reyes Maroto, la que fuera ministra de Industria, Comercio y Turismo de Pedro Sánchez. Perita en mentiras sanchistas, metió en enero una trola de campeonato a los senadores en la comisión de investigación del caso Ábalos al asegurar que no recordaba si conoció personalmente al conseguidor Víctor de Aldama cuando era ministra. Incluso retó al imputado del caso Koldo a que demostrara la relación. En pocos días, la prensa y la UCO le refrescaron la memoria. Nada menos que se había cruzado 42 mensajes con el comisionista, incluso tuvo encuentros con él y con Javier Hidalgo, y le envió emails durante al menos dos años, entre 2020 y 2022. Parece que algo le conocía.
Ya apunté hace unas semanas que la corrupción sanchista tiene también nombre de mujer: Begoña, Cristina, Francina y, desde luego, Reyes. Agazapada en el Ayuntamiento de Madrid, donde la mandó su jefe para quemarla en el altar de su obsesión contra Ayuso y, en parte, contra Almeida, esta exministra llegó a la cumbre de su incompetencia cuando aconsejó a los ciudadanos que era mejor que se compraran un coche nuevo a que siguieran con el antiguo, sin aclarar si las letras del banco las iba a pagar ella con su sueldo de alto cargo. También es la autora de aquella inolvidable frase sobre el volcán de la Palma; mientras cientos de familias eran desalojadas de sus viviendas, Maroto dijo que esa desgracia natural «era un espectáculo maravilloso» y que iba a servir de reclamo turístico.
Nada comparable con lo que nos tenía reservado a los madrileños. En mayo de 2021, la presidenta Ayuso adelantó las elecciones y Maroto se prestó al esperpento de la alerta antifascista encabezada por otro doblemente fracasado, Pablo Iglesias. Todos guardamos en nuestra retina la imagen de la actual candidata a alcaldesa exhibiendo una foto ampliada de una navaja entomatada, que no era de las lorquianas «navajas de Albacete / bellas de sangre contraria», y que presumió que le había enviado algún fascista –sugiriendo que podría ser simpatizante de Vox– relato al que se apuntaron Marlaska, el líder de Podemos y la directora de la Guardia Civil. No tardamos en saber que el de la navaja no era más que un enfermo mental de El Escorial con ganas de protagonismo. El ridículo fue estratosférico, pero a ella no se le mudó la color. Tampoco cuando, ya como portavoz de su exiguo grupo de 11 concejales en Cibeles, sostuvo que «con Bildu nos ponemos de acuerdo en mejorar la vida de los españoles».
Conocida como Navajita Plateá desde 2021, su labor de oposición a Almeida tampoco ha sido un ejemplo de éxito político. Los madrileños no hemos olvidado cuando hace dos años, rodeada de Pedro Sánchez y Juan Lobato –cómo envejecen las fotos– se nos presentó confundiéndose en el número de distritos de la capital de España. Dijo 25 y tiene 21. Pero hasta eso se lo perdonamos a una neófita que le queda tan cerca la política de Madrid como a Jack el Destripador la cirugía no invasiva. Si no fuera, claro, porque tiene las manos bastante emponzoñadas con la trama que se montó en torno al número dos de Pedro Sánchez. Otra candidata madrileña socialista con pies de barro: Óscar López y ella son lo mejor que tiene Moncloa para desalojar a Ayuso y Almeida. Es para echarse a temblar. Que crucen los dedos para no ser imputados, porque menudo tándem formarían desfilando a los juzgados mientras preparan mítines electorales.
De Aldama no se acuerda. Vamos a ver si la UCO sigue desentrañando el papel de Maroto en el escándalo de Ábalos y sus amigos. No va a tardar.