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Pecados capitalesMayte Alcaraz

Álvaro y la fiscal Lastra

La ejemplar actitud de Almudena Lastra nos reconcilia con una profesión, la de fiscal, a la que Pedro Sánchez comenzó a hundir el día que nombró a su ministra de Justicia, Dolores Delgado, titular del Ministerio Público

Actualizada 01:30

Aunque Álvaro García Ortiz haya pintado un cuadro tenebroso del Ministerio Público, hay funcionarios decentes y rigurosos que, a diferencia de don Alvarone, saben que su misión es defender la legalidad y perseguir el delito y no actuar como un delincuente común negándose a declarar ante el magistrado y apuntándose al lawfare monclovita. Y nunca, nunca, contradecir a periódicos que cuentan medias verdades, ni contribuir a mejorar el relato del Gobierno que te ha nombrado y, mucho menos, revelar secretos que por ley estás obligado a reservar. Una de esas altas servidoras del Estado se llama Almudena Lastra de Inés, ingresó en la carrera en 1991, y es la fiscal superior de Madrid, contra la que Álvaro acaba de arremeter ante el Supremo.

Lastra es subordinada de García Ortiz. Ella ha apuntalado el demoledor auto del magistrado del Tribunal Supremo, Ángel Hurtado, en el que detallaba todos los indicios que pesan contra el fiscal general. La responsable del Ministerio Público en Madrid estaba obligada a decir verdad como testigo y apuntó directamente a su jefe como responsable de la filtración de datos fiscales del novio de Díaz Ayuso. Lastra relató ante el instructor, durante una hora y cuarenta minutos, que la mañana del día 14 de marzo mantuvo una conversación telefónica con su superior. En ese intercambio y en tono de reproche, la fiscal le espetó a Ortiz: «Álvaro, ¿lo has filtrado tú?». La respuesta del interpelado fue un enigmático «Eso ahora no importa». Con lo fácil que hubiera sido negarlo. En caso de poder hacerlo.

No crean que Almudena pertenece a ningún contubernio conservador contra el fiscal del Gobierno (Sánchez dixit). Todo lo contrario: es una fiscal que se hace llamar «progresista», exmiembro de la UPF y, por tanto, compañera de García Ortiz; es precisamente la funcionaria que recibió la orden directa del fiscal general de enviar a los medios de comunicación la nota de prensa con los detalles del pacto de conformidad entre la defensa de la pareja de Ayuso y la Fiscalía de Delitos Económicos.

Conviene no perder de vista a los actores de esta operación de Estado contra una rival política de Sánchez que no quisieron participar y que, incluso, hicieron todo lo posible para evitarlo. Y eso que la presión que recibieron fue por momentos insoportable. A Lastra le mandó un mensaje en el que le conminaba a enviar la nota de prensa porque «si dejamos pasar el momento nos van a ganar el relato. Es imperativo sacarla» (sic). Ella, como Juan Lobato, supo inmediatamente que canalizar esos correos era un delito de libro. De hecho, le dijo al instructor que las informaciones periodísticas sobre Alberto González Amador contenían datos que solo podían partir del Ministerio Público. Y eso le alarmó. Como al exlíder socialista madrileño.

Todavía hay personas a las que les funciona la brújula moral, lo que es una anomalía en el régimen sanchista. Lastra es una de ellas, por eso le confesó al instructor del Alto Tribunal que puso el grito en el cielo cuando supo que la fiscal jefe de Madrid, esta sí imputada, Pilar Rodríguez —la que bromeó con que «dan ganas de incorporar un poco de cianuro» al comunicado de prensa—, había ordenado al de Delitos Económicos, Julián Salto, que saliera de un partido de la Champions para enviarle los correos de Amador y así podérselos remitir a velocidad del rayo a García Ortiz.

El testimonio de Lastra fue devastador, al describir un modus operandi incompatible con un miembro de la Justicia. El nombre del fiscal general está ya por los suelos y, como era previsible, cargó ante el instructor contra la servidora pública que supo decir la verdad y no vender su honorabilidad por un plato de lentejas sanchistas. La ejemplar actitud de Almudena Lastra nos reconcilia con una profesión, la de fiscal, a la que Pedro Sánchez comenzó a hundir el día que nombró a su ministra de Justicia, Dolores Delgado, titular del Ministerio Público.

Cuando Álvaro García Ortiz sea ya un pésimo recuerdo, Almudena Lastra seguirá sirviendo al Ministerio público. Lo doloroso es que, para entonces, la Fiscalía estará hecha jirones.

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