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Rafael Rodríguez-Ponga

Sevilla capital del mundo

Hoy, muchos de los temas vuelven a ser los mismos que entonces: la lucha contra la pobreza, las crisis, la deuda externa de los países en vías de desarrollo. ¿Hemos avanzado? ¿Sirven de algo estas cumbres?

El desarrollo de la Humanidad es una preocupación fundamental. No cabe ninguna duda, pero, ¿cómo se pagará el desarrollo de todos? Para buscar una respuesta común, Sevilla y España acogen esta semana la cuarta Conferencia Internacional de Financiación del Desarrollo, organizada por la ONU. Sevilla es, estos días, la capital del mundo. Han venido sesenta jefes de Estado y de Gobierno y en torno a 200 delegaciones de países y de organismos internacionales, así como organizaciones no gubernamentales, empresas y entidades académicas.

El secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, dirige la cumbre. Los Reyes ofrecieron este domingo la recepción de bienvenida. El Gobierno español ejerce de anfitrión. Hemos escuchado los discursos de líderes tan dispares como la presidenta de la Comisión Europea y de los presidentes de Portugal, Estonia, Mauritania, Honduras o Mozambique, lo que permite tener una visión amplia de los problemas del mundo.

La primera cumbre de estas características se celebró hace 23 años, en 2002 en Monterrey (México). Allí estuve y fui testigo de aquel momento de ilusión. España tenía entonces la presidencia de la UE, en nombre de la cual habló José María Aznar. Trabajamos mucho con México, la UE, los países iberoamericanos, Estados Unidos y otros y, entre todos, se logró el «Consenso de Monterrey». En estos días, la comunidad internacional trabaja por el nuevo documento llamado «Compromiso de Sevilla», así, en español.

Hoy, muchos de los temas vuelven a ser los mismos que entonces: la lucha contra la pobreza, las crisis, la deuda externa de los países en vías de desarrollo. ¿Hemos avanzado? ¿Sirven de algo estas cumbres? Los datos avalan que los compromisos asumidos entre todos ayudan a aliviar los problemas del mundo. Los indicadores demuestran que la sanidad, la educación y el acceso al agua potable han mejorado en general a millones de personas. A pesar de todo, somos conscientes de que los problemas del mundo siguen siendo enormes, las propuestas y agendas no siempre han discurrido por el camino correcto y las amenazas son grandes.

Han aparecido, ciertamente, problemas nuevos en estos últimos años: la pandemia de covid y su impacto mundial, los conflictos bélicos en Ucrania y en Oriente Medio, y la sucesión de catástrofes naturales. La cierta sensación de crisis del multilateralismo se ve agravada por la ausencia del presidente de EE.UU. y de otros grandes dirigentes mundiales en esta cumbre. Es evidente que la petición de una nueva financiación en materia de defensa aparece como una dificultad en esta conferencia que busca la financiación del desarrollo.

La ONU es una institución necesaria. Juan Pablo II pronunció un histórico discurso ante su Asamblea General en 1979 y Benedicto XVI reiteró la necesidad de la autoridad internacional en su encíclica Caritas in Veritate (2009). Además, la doctrina social de la Iglesia nos recuerda el papel de los cuerpos intermedios entre los individuos y el Estado. Entre todos, contribuimos a mejorar las condiciones de vida de millones de personas. En Sevilla hemos visto a los representantes de Caritas, Cesal, Fe y Alegría (Entreculturas), Afammer, y otras muchas entidades que hacen una gran labor, así como a profesores de universidad y parlamentarios fuertemente comprometidos en su labor académica e intelectual.

El representante de la Santa Sede ante la ONU ha presidido una de las sesiones sectoriales. La sala estaba abarrotada. Nos ha pedido que los católicos participemos activamente en la vida internacional y social.

Estamos en el año del Jubileo de la Esperanza: es una gran ocasión para reforzar nuestro trabajo en favor del bien común. Sin la ONU y sin estas cumbres, que sirven de puntos de reflexión y de encuentro, el mundo estaría peor.

Rafael Rodríguez-Ponga es presidente de la Plataforma Internacional de Cooperación y Migración (PICM)

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