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Perro come perroAntonio R. Naranjo

La chistorra

Saunas y una especie de chorizo elaborado con tocino y despojos son ya el epitafio simbólico del yerno de Sabiniano

El hampa siempre ha tenido su jerga, poco útil a la postre: creen hablar en clave, pero la traducción simultánea es sencilla y añade al oprobio del delito la vergüenza del lenguaje de polígono. El PSOE actual, el de Ábalos, Koldo y su representado Sánchez, ya va a quedar resumido para la historia por una palabra, chistorra, que es una especie de chorizo hecho de despojos, lo que añade al cuadro una carga simbólica impagable.

Una chistorra son al parecer 500 euros, o media Jéssica, que es la otra moneda de esta tropa que se ha movido entre billetes y prostitutas, como una mafia casposa de regüeldos y chupitos. Porque a la gravedad de los presuntos delitos se le añade el bochorno de las formas, los vicios y los caprichos: todo son saunas y lupanares; sobres y casas, marisquerías y faldas cortas; fajos y fajas; como si los tipos que urdieron el ascenso de Sánchez se hubieran escapado de una película de Pajares y de Esteso.

Bien mirado, no hay mucha diferencia con el patrón: él también medró gracias al suegro proxeneta, vivió y veraneó en casas aparentes inicialmente compradas con el dinero de explotar a otras Jéssicas y a algún Héctor, o como se llamaran los chavalitos tratados como ganado al mejor postor.

E incluso se sospecha que las costosas primarias del PSOE, en las que Koldo metió mano en alguna urna según sus propias palabras recogidas por la UCO, tuvieron en el bueno de Sabiniano un patrocinador: cómo no tratar luego bien a su niña con todo lo que él había hecho por ayudar a su novio progresista.

A estas alturas ya es difícil de seguir la pista de tanto sumario, tanto informe de la Guardia Civil, tanto nombre y tanta chusma, tanta obra pública y tanto contrato, tanta mordida y tanto mordisco, pero algo sí está claro: cada uno de los nombres de las tramas es indispensable para explicar la propia carrera de Sánchez, lo que lanza una pregunta al aire. ¿Les eligió él a ellos o ellos a él?

El dilema tiene morbo, pero es ocioso: da igual si fue antes el huevo o la gallina, lo sustantivo es que todos estuvieron en el ajo desde el primer minuto y cada uno sacó una parte del botín. Koldo le custodió a Sánchez los avales de las primarias; Ábalos le engrasó la moción de censura y Cerdán le cerró los pactos con Puigdemont y Otegi. Y sin todo ello, Sánchez sería solo un perdedor endémico de elecciones, con un talento a años luz de su codicia, que nunca hubiera pasado del puesto de asesor enchufado por el PSOE en Europa.

No sería justo, desde luego, concluir que los socialistas siempre acaban en una güisquería: son una excepción, obviamente, pero el problema es que las ovejas negras son aquí los pastores del rebaño y se han comportado, en todo lo demás, como lobos en manada.

Por si fuera poca estafa padecer a un presidente sin mayoría en el Congreso, intervenido por los separatistas, con unos Presupuestos del Antiguo Testamento y con el pavisoso del hermano y la frívola de la esposa imputados por caraduras; ahora hemos descubierto que el menú de luxe en Ferraz era la chistorra: tocino, pimentón, sobrantes del gorrino y ajo embutidos en tripa de cordero.

Entre el «Carlota se enrolla que te cagas» y esto, Sánchez se ha escrito el epitafio: ya nunca dejará de ser ese señor que salió de una sauna y creció como la espuma gracias a su propia falta de escrúpulos y una cuadrilla de chorizos aficionada a la chistorra. Aún queda el postre de la UCO y el Tribunal Supremo, y mucho me temo que será una buena olla de callos con garbanzos. Quizá esta misma semana haya novedades al respecto de la dieta sanchista, tan flatulenta ella. Atenta la compañía.

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