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26 de abril de 2024

Cartas al director

Las reliquias de la izquierda

Los populistas morados que pastan en el Gobierno sanchista, qué dañinos son, no creen en España y menos en la Constitución del 78, que tanta libertad les da. La que nos trajo la democracia, que tampoco creen en ella. No conocen la historia de este gran país. Su líder, el «derrotado en las urnas», el de la coleta sin montera, afirma en una grabación que «la identidad España para la izquierda una vez que perdió la guerra civil no existe». Dónde estaría él, hace más de 80 años.
Entre los delirios de hipocresía rebozados de odio, afirma que «ser patriota es defender los servicios públicos». Supongo que se ha referido principalmente a los de los mayores, a los que él ha defendido desde el Consejo de Ministros sanchista. A las residencias de ancianos durante la pandemia (para que se murieran todos). ¿Esos han sido sus servicios?
Y acto seguido en la grabación confiesa: «Yo no puedo decir España. Yo no puedo utilizar la bandera rojigualda constitucional. No hay nada que hacer, perdimos la guerra 'incivil'».
Que este individuo y su banda vivan de los impuestos de los españoles, que no crean en España, ni en su bandera, no debe sorprender a nadie. Difícilmente se puede esperar decencia a quien alaba a terroristas como Otegi y apoya a sediciosos golpistas catalanes denigrando a los que defienden la legalidad. No se puede esperar otra cosa de estos personajillos sin escrúpulos. Pero lo que es indignante es la afirmación repugnante de que su conducta se debe a que perdieron la guerra. Semejante barbaridad es una mentira miserable. Este hipócrita ignorante no habrá leído a intelectuales que fueron derrotados en esa guerra, «posiblemente esa derrota fue consecuencia de muchos ignorantes como él». Algunos renunciaron al comunismo que tanto quiere este personaje. Pero jamás ninguno renegó de España.
Hoy. ¿Dónde están los vencedores? ¿Dónde los vencidos? ¿Dónde se hallan los enemigos? En ninguna parte. Sencillamente, no aparecen ¡y por supuesto que los hay! Pero no se perciben, son reliquias. El anhelado armisticio se ha adueñado de la sociedad y la clemencia, de la paz que solo puede forjarse sobre el perdón y la justicia. Que nunca el valor del vencido haga famoso al que vence. En una contienda civil, son todos hijos de la misma tierra y hermanos de una sangre común…

Maximo de la Peña Bermejo

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