A España le ha tocado el peor

Como un castigo, se han ido acumulando todos los peores problemas de esta crisis. La pandemia, la inflación, energía, guerra. Para que los resuelvan los políticos de toda Europa, unos los alivian y otros dimiten. Los peores los tenemos aquí, en España. Ni resuelven nada, sino los agravan, ni tampoco dimiten.

Tenemos los políticos menos fiables, menos preparados e incapaces de solucionar un problema, solo saben que crearlos. Cualquier contratiempo el poder les viene grande.

La mediocridad de la clase dirigente esta en toda Europa. Pero el descredito del Gobierno que tenemos en España no admite ninguna comparación. Le ha perdido el respeto a su palabra y a la verdad, junto a la rapidez con que cambia de criterio o contradice su propia propaganda. Han abierto en la opinión pública, una zanja de desprestigio que les desconecta de los ciudadanos y los aísla de la realidad.

Es imposible creer nada que diga el Gobierno acostumbrado a desdecirse por la tarde de lo que ha dicho por la mañana, o lo que no valía ayer si vale mañana. O nos dejamos llevar por el desaliento o cabíamos los políticos para mejorar nuestras condiciones de vida, estos ya no dan más de sí.

Desde la moción de censura contra el PP, hemos entrado en un precipicio que no deja de crecer, con una sensación de derrumbé de la forma de vivir y de la seguridad que habíamos disfrutado.

El mundo se ha puesto mucho más inseguro e imprevisible y muchas de nuestras certezas se han derrumbado por culpa de la ineptitud de los políticos. La cuestión es cómo salir de esta crisis política y económica. Nadie tiene una varita mágica y menos en un cambio imprevisible y acelerado. Pero la mediocridad de nuestros dirigentes con los errores cometidos y su estrechez de miras. Jamás resolverán los grandes desafíos que tenemos pendientes, por mucho que confíen en su electorado. Cambiemos el electorado con otros dirigentes…