Tiempos adversos

«Porque las ciudades, donde falta el contrapeso de las ideas, son como los desiertos, un día en silencio mortal y otro agitados por los más violentos huracanes. En España han arrancado muchos árboles y muchas ideas y así estamos de continuo amenazados por las inundaciones: inundaciones de agua, que arrasan nuestros campos e inundaciones de… ¿cómo diré para ser suave?... de cosas nuevas que arrasan los sentimientos españoles, de quien aún los conserva». Frase de un libro de Ángel Ganivet que refleja perfectamente la muy actual realidad española: un zarandeo ideológico por los cuatro costados que no sabe uno donde refugiarse. Efectivamente, se ha roto el muro de contención que nos salvaguardaba e ideologías de lo más variado nos están inundando de la manera más descarada. Y lo más llamativo es que la casi totalidad de tales novedades no enriquecen a la persona, sino que, por lo contrario, la destrozan.

Ya no se puede hablar de los valores tradicionales que engrandecían a la sociedad española, y estoy muy lejos de referirme a temas políticos. Quiero resaltar tantos valores que presidían las mentes de los individuos como personas individuales, como componentes de una familia o de la sociedad como lugar de convivencia: la fidelidad, la solidaridad, la responsabilidad, la libertad, la justicia, la laboriosidad… lo que antes se llamaba «buena educación». Sí, hemos entrado en una crisis de la vida, época de desencanto y de desaliento de los que es imprescindible sacudirse el sopor y plantearse retos esperanzadores y renacientes impulsos hacia una trascendencia más humana de la sociedad y de la vida.